28 diciembre 2007

Beautiful girls, Ted Demme

Al llegar a casa encendí la tele y la pillé por la mitad. Me encontré en la secuencia en la que Willie (Timothy Hutton) habla con Marty (Natalie Portman) en la pista de patinaje. Es tan seria la conversación que mantienen, adulta e infantil, como si estuviesen jugando y al mismo tiempo sopesando en serio la posibilidad de tener una relación. Pero él ya es mayor y sabe qué pasará en el futuro, porque ya lo ha visto, lo ha vivido. Y no quiere ser el Pooh de Marty-Christopher. Tú crecerás y cambiarás, le dice. Nada le jode más a un niño con alma de viejo que oír esas palabras.

Y tuve que verla hasta el final. La secuencia en que Andera (Uma Thurman) encuentra a Willie solo bebiendo en el bar (¿Estás borracho? No sé, pero las dos estáis guapísimas), y la tremenda, demoledora conversación que mantienen en la cabaña de pesca sobre el amor y la felicidad, sobre los domingos lluviosos por la mañana y los periódicos y Van Morrison y Tracy. Ella se marcha y él se queda diciendo damn it! Sabe que ella tiene razón en todo lo que dice. Como si saberlo sirviera para algo.

Entiendo tan bien los sentimientos de Willie como si fuera yo misma (ése es el truco, supongo): sus dudas, sus miedos, su insatisfacción, sus vaivenes. Su deseo de lo inalcanzable, su atracción por el fracaso, su infructuosa búsqueda de la resignación, el modo en que se queda fuera mirando lo que ocurre a su alrededor, el hecho de rendirse sin rendirse, siempre con esa pequeña llama brillando en el fondo de sus ojos. ¿Estás bien?, le pregunta Tracy en el coche mientras se van. Sí... sí.

Lo que pasa es que me quedo con una sensación tan grande de desasosiego siempre que la veo. No, me digo a mí misma mientras me limpio la mierda de lagrimón que se me resbala por la cara, no puede ser, no puede ser, no puede ser.

¿Puede ser?



27 diciembre 2007

¿Conclusión?

El año se acaba y me deja un sabor muy agradable, muy pleno. Tiene algo muy positivo disfrutar a esta edad, se supone que más serena y más consciente, de lo mejor de la vida, sobre todo porque tengo una sensación de que lo mejor de verdad todavía está por llegar. También lo peor, es probable.

Se acaba un año aunque no tengo esa sensación. Lo veo todo como un continuo sin fechas, sin límites, sin marcas de principio y de fin. Sólo es el camino. Los días, las horas, son las pequeñas jaulas donde metemos, para organizarlas en la medida de lo posible, nuestras pequeñas mierdas. Y las grandes. Y las estrellas que pastoreamos.

No puedo hacer planes para el año que viene. Iré tragando las ruedas de molino que no me quede más remedio que tragar, igual que hasta ahora. Iré tirando de mi carro, cada vez más lleno de mierda y de estrellas.

boomp3.com


boomp3.com

18 diciembre 2007

Un domingo

Ayer fue un domingo de esos con los que sueño durante la semana y que casi nunca tengo: dormir sin despertador, con la persiana bajada hasta el fondo, la puerta cerrada a cal y canto y dejar que sea la madre naturaleza la que me despierte cuando lo tenga a bien; desayunar aunque sea la hora de comer; sentarme en el sofá a ver la tele o una peli o leer un libro; comer aunque sea la hora de merendar; seguir sentada en el sofá haciendo más o menos lo mismo de antes; cenar un colacao e irme a dormir. Todo ello sin haberme quitado el pijama.

La tele apenas la vi (el resumen del Madrid antes de irme a la cama). Leí un buen rato (estoy con Zuckerman encadenado, de Philip Roth, por ahora me gusta). Y vi dos pelis.

Una de ellas, La flaqueza del bolchevique, que había recomendado el lagarto y que llevaba varios meses esperando en el cajón. Me gustó de ella la interpretación de Tosar. Y el personaje, las dos cosas, aunque para ser un soplapollas la verdad es que por los pelos da la impresión de trabajar en un par de momentos. Demasiado centrado todo en la niña. Y el problema de que cuando llega algo que parece un punto de giro a destiempo, resulta que es el final. Pero el personaje y el actor, muy bien. Una persona real. No es nada difícil comprender el camino que emprende, compartir su descubrimiento, el momento en el que decide parar y mirarse.

La otra, Raging bull, de Scorsese. También llevaba meses en la recámara, últimamente estoy de un perezoso inaguantable.

Me hace gracia cómo hablan los personajes de Scorsese, exactamente igual que él mismo (o que el personaje de sí mismo que interpreta en el anuncio del cava, si lo preferís, lo cierto es que nunca he hablado con él, y eso que lo tuve cerca!) Tartamudean, repiten las frases, se entrecortan, da la sensación de que no tienen nada en la mollera.

Me gusta Marty porque cuenta cosas que no cuentan los demás. Se fija en personajes desagradables y desgraciados, complejos, atormentados, con los que es difícil, o más bien penoso, identificarse. No hay héroe. No hay nudos de la trama. No hay final feliz.

No es una película equilibrada, ni demasiado coherente en su exposición narrativa. No hace falta. Lo que cuenta es otra cosa y puede contarse conjugando pinceladas y brochazos. Y es exactamente lo que hace. Lo encantador del Scorsese de los primeros años era esa libertad, la sensación que transmiten sus películas de que hacía lo que le daba la gana, de que un plano de cinco segundos de una aspirina efervescente deshaciéndose en un vaso o un pasillo vacío tenían una razón de ser que no era discutible. El descaro, la frescura. Y funcionaba. Prueben a hacerlo ahora.

El Jake LaMotta que compone Robert de Niro es un enorme cabronazo. Un ser humano que no utiliza en ningún momento su inteligencia, si acaso solo para arrepentirse de haber metido la pata, es decir, a posteriori y sin utilidad alguna. Un personaje impulsivo, agresivo y tiránico, que se deja llevar por arranques de paranoia y que siempre se mueve por pasiones, atraído por ideas fijas que no necesitan (ni podrían) ser razonadas. Que no se conoce a sí mismo ni lo intenta siquiera. Su desgarrado lamento en el calabozo después de ser detenido, ese "I'm not so bad", lo dice todo de él. Te preguntas "¿de verdad lo crees?" Por supuesto que lo cree. Solo entiende un idioma, y es un idioma que nadie quiere hablar con él.

Se empeña en alejar de él a las personas que le quieren y que estiran lo inquebrantable de su fidelidad hasta límites desmedidos. Extiende su tortura interna, incomprensible e inexplicada, a los demás, por medio de la violencia, ejercida de todas las formas posibles, incluso a través de su mera presencia. Pierde a su hermano, pierde a la mujer que le ama, poco a poco lo pierde todo, sin darse cuenta en ningún momento de que lo hace metódicamente, por su mano.

La creación de ese personaje acabado, solo, hundido, alcoholizado y abandonado es portentosa. Durante todo el desarrollo del personaje el espectador atiende a un punto, escondido en alguna parte, de compasión, que revienta al final. Aunque sea una compasión que no redime, sino que se agota en sí misma. El personaje, patético, sigue sin provocar empatía. Se limita a mostrar la naturaleza exacta de lo que es: su "I'm the boss I'm the boss I'm the boss" final es su descripción perfecta: el jefe de nada.

16 diciembre 2007

3.40 o cualquier otra hora

Cuando llego a casa a estas horas siempre me quedo un rato esperando antes de irme a la cama, esperando que pase algo más mientras los pies se me enfrían. Espero que alguien me escriba o me llame, que una voz amiga aparezca como un milagro.

Aunque al mismo tiempo soy absurdamente consciente de ser la única persona que está despierta en el mundo, la única persona que mira por la ventana esperando sin motivo que haya alguna otra luz encendida.

Si lo pienso bien, en realidad lo hago siempre. Mientras camino por la calle. Mientras compro en el supermercado. Mientras bebo Guinness en el bar. No sé por qué lo hago. Ni siquiera sé que espero. Ni mucho menos sé qué haría si de repente ocurriera.

No creo en los milagros. Como dice esta canción, no creo en la magia. No sé qué haría si ocurriera porque no va a ocurrir.

Pero supongo que no se trata de eso, de ser realistas o de encarar las cosas como son, sino de lo otro, del sueño o del hambre, de la esperanza incongruente, de la ausencia.

En realidad me encanta esto. Disfruto de esta sensación de hambre y de ausencia probablemente mucho más de lo que disfrutaría de la plenitud y de la presencia. Y eso es lo interesante del asunto, lo complejo. La sensación de ser dos personas, la que quiere algo y la que no lo quiere. Las dos son ciertas, verdaderas, están aquí dentro, en alguna parte, mirándose raro la una a la otra. Preguntando "¿quién eres tú?"

Es un poco ególatra, pero me fascino a mí misma. Me estoy empezando a enamorar de mis propias paradojas. Como Narciso, un día de estos me acercaré tanto al espejo de mi hermosura que me ahogaré en él sin darme cuenta.

Cuento algo así en esta pantalla y me doy cuenta de que es algo que no podría explicar en voz alta a nadie porque sentiría que me es imposible explicarme y que es imposible que el otro pueda entenderme. Pero los dedos sí pueden decirlo. Aquí no importa que a nadie le interese. Y mañana habrá alguien a quien tal vez le interese, por ese mismo motivo. Y yo me avergonzaré de haber sido tan indecorosa.

Cuánta literatura inútil.


boomp3.com

11 diciembre 2007

Lo que están haciendo es importante

Tengo un punto escondido muy sindicalista, yo. Siempre me conmueven los tremendos pifostios que se montan en Francia, por ejemplo, cuando los obreros, los que sean, se ponen en huelga y la gente se dedica a esperar a que ellos y las empresas lleguen a un acuerdo, comprendiendo que para que alguien consiga algo es necesario el apoyo de los demás "alguien".

Lo que quiero decir es que pocas cosas me revientan más en este mundo que la señora que sale en la tele quejándose de que por culpa de la huelga de transportes ella llega tarde a su trabajo. O que no hay quien soporte el mal olor de las basuras desde que los señores que las recogen han decidido que hay una situación que no se puede soportar más.

Parto de una base, tal vez demasiado idealista, que es la siguiente: cuando se hace una huelga es porque hay algo que no funciona bien y mucha gente decide que la situación puede ser cambiada.

Cuando mucha gente decide que una situación puede ser cambiada, cuando la gente que lo decide hace piña y resiste, entonces esa situación puede ser cambiada.

Lo que están haciendo los guionistas de Hollywood es importante. La última huelga (por lo poco que he leído, en 1988) duró cinco meses y tuvo severas consecuencias en el consumo de productos audiovisuales (según este blog, un descenso permanente del 9% del consumo, además de las evidentes pérdidas económicas directas). Ese riesgo, al parecer, sigue existiendo. Incluso, habida cuenta de las alternativas, probablemente sea mayor.

Esto empezó porque el día 31 de octubre expiró el contrato de la AMPTP (la Alianza de productores de cine y televisión) con la WGA, el sindicato de guionistas más importante, nutrido y poderoso. Y los guionistas decidieron pedir aproximadamente lo que creían que les correspondia. Estas cosas siempre son un tira y afloja, aquí no voy a entrar a valorar si lo que piden es justo o no. Para eso están las negociaciones.

Los sindicatos siempre han tenido mucho peso en Hollywood, valiente nido de rojos y contestatarios está hecha la ladera de ese monte. Así que los guionistas decidieron que ya está bien de que otros se lucren a costa de su trabajo. No creo que pongan en tela de juicio la cuestión de que otro se lucre. Pero saben (parece ser que mejor que la industria) lo importantes que son, lo fundamental que es su trabajo, y usan bien su arma. Me retracto y valoro: no me parece una solicitud desproporcionada. Quieren, si no he entendido mal la cosa, que la industria se adapte a los tiempos no solo en cobrar, sino también en pagar.

Lógico, ¿no? Los representantes de las empresas (es decir, la AMPTP) dicen que no. Y ellos dicen que de ahí no se mueven. Me gusta.

Me muero de ganas de que la huelga se alargue hasta febrero o marzo. Me encantará ver qué salida encuentra la industria. Quiero ser testigo de un momento histórico: en pleno siglo XXI, la edad del estado del bienestar, de los culos calientes que no se mueven un milímetro para conseguir nada que implique perder algo de lo que ya tienen; en una era de "sacrificios, los justos", vienen estos señores a darnos de comer (más) sopas con honda. Vivir para ver. Ver para creer.

Y después está el punto a favor. Tienen los guionistas algo que vale su peso en oro en una revolución: la solidaridad. Algunos actores están apoyando esta iniciativa (vedlo aquí, si tenéis ganas, un ejemplo al final). La gracia del chiste es que resulta que el convenio de los actores y directores se acaba en verano. La cosa promete. Ya lo dice el dicho: a río revuelto, ganancia de pescadores. No creo que la cosa llegue al verano (sería demasiado espectáculo incluso para Hollywood). Pero en qué acabe esto condicionará muchas otras cosas. Y eso quiero verlo.

10 diciembre 2007

La Gata y el Vagabundo

Mi hermana me miró con los ojos raros que suele poner últimamente para mirarme:

—Pero, antes de que vinieran, ¿nunca los habías visto?

—No.—, dije yo.

A ver. Te puedes equivocar, todos nos hemos equivocado alguna vez con la gente.

No necesitamos mucho más para invitar a comer a unos compañeros del trabajo. Hay personas que las miras a los ojos y te fías. Porque sí. Sin más.

Bueno, pues hay personas que las miras a las letras y lo mismo. Sabes que sí. Les abres la puerta de tu casa y en lugar de llegar, parece que vuelven.

Mi casa es un puto desastre, con pelusillas agazapadas en los rincones, libros desordenados, una cocina que necesita la visita de una fregona y esas cosas. Exactamente igual que yo misma, al fin y al cabo. Cosas que hacen que tal vez no merezca mucho la pena un viaje de tres horas a lo que parece el fin del mundo. Pero bueno, lo hicieron.

Me gustó tenerles allí conmigo esas horas. Poner ojos, risas y voces a esas personas de la pantalla que a veces saben componérselas para estar tan cerca.

En casa han dicho que ella parece muy tímida y que él tiene unos ojos preciosos.

03 diciembre 2007

Pues a mí me gusta la Navidad

Y, joderse con el temita, parece que hasta está feo decirlo.

Me gusta la Navidad, qué pasa.

(Queremos turrón, turrón, turrón!)

¿Qué tendrá de malo fingir que podemos hacer con una sonrisa que el mundo sea un poco mejor?

O fingir que lo creemos por unos días.

Que sí, que es todo mentira. Que sí, que la gente somos muy hipócritas. Que sí, que los villancicos rayan (¿o rallan? el problema de estos verbos con acepciones de nuevo cuño es que los que los usan no saben qué verbo están actualizando exactamente; me quedo con la y, sobre todo por eso de que en Argentina y otros países americanos es sinónimo de enloquecer… frikadas, ustedes perdonen), sobre todo cuando salen a todo volumen de las tiendas. El típico papá Noel bailarín que se pone a hacer escándalo cuando pasas a su lado, que te dan ganas de darle una patada a él y otra a la dependienta por no decapitarlo. Todo eso es verdad.

Y es terriblemente aburrido.

La Navidad mola. Todo el mundo se dedica como loco a pensar qué regalar a las personas que quiere, y eso es precioso. Comemos salvajemente, después cenamos salvajemente, y al día siguiente volvemos a empezar. La gente está contenta y habla más alto en los bares.

Yo solo tengo un adorno de Navidad. Es una especie de figura de porcelana, un muñeco de nieve con bufanda y una estrellita colgando de una mano. Lo he sacado esta tarde y lo he colocado en la estantería del pasillo, junto a la campana rota que me trajo un amigo como souvenir cuando pasó por Philadelphia este verano.

Como soy atea no pongo nacimiento, ya sería demasiado. Y el espumillón es una horterada, aunque juro que lo pondría si no viviera sola. Pondría árbol también. Pero es que luego soy perezosa y no lo quito hasta el 15 de febrero y me da corte que me lo vean tan anacrónico.

Pero lo que es la cosa esa de juntarse la familia, de salir a tomar algo y que todos los bares estén petados de gente, del calorazo de los sitios, de los innumerables mensajes de texto chorras que se pusieron de moda hace unos años, de abrir una botella de champán que nadie se bebe, de ponerse hasta las trancas de langostinos y vieiras, los regalos en nochebuena y después otra vez en reyes (será por pasta!), la emoción en los ojos de mi padre después de las jodías uvas, siempre, invariablemente con Ramonchu en la Primera, qué mal me cae ese hombre, pobrecillo, y no me ha hecho nada, y toda la parafernalia, pues qué queréis que os diga, yo no lo puedo evitar, me encanta.

Empezar las vacaciones (ahora que las tengo otra vez) la mañana del 22 oyendo el soniquete de los putos niños de San Ildefonso y comprobando que otra vez no tengo ni un jodido reintegro, y mira que parecía imposible, con todas las participaciones que llevaba, pues me encanta también.

Y los anuncios. Los interminables anuncios de perfumes… for him… for her… pour lui, pour elle… De juguetes. De cava (¿os había dicho que en Madrid vi a Scorsese…? ay qué ilusión). De turrón. De la viuda esa tan erótica y sus bombones (¿os habéis dado cuenta de que este año le da la vuelta a la foto del padre de Cuéntame?). Del corte inglés (que no falte). De la play. Del brain training. De la wii. Del Día (esos son los mejores). De movistar (desde octubre). Y de la lotería, que después viene la del Niño, que sirve, mayormente, para que los pocos desgraciados que tienen la suerte de que les toque el reintegro no lleguen jamás a cobrarlo…

En fin. Que a mí me gusta. Sales con cinco kilos de ropa extra que te pones y te quitas de bar en bar y llegas a casa con unas castañas especiales, más navideñas, llenas de amor y de paz, no sé, de buen rollo, te felicitas con todo el mundo, te hablas con gente con la que ni te saludas el resto del año, deseas que la gente sea feliz.

Total, ¿qué más da vivir esta pequeña mentira?

Ni que la verdad fuera tan interesante.

02 diciembre 2007

30 noviembre 2007

Bilbao, 26 de noviembre de 2007

Bueno. He ido a tres conciertos de este señor en total pero todavía no he hecho una cola. Bueno, sí. Hice una cola inútil el día dos de octubre. Hacer colas no me parece el colmo del fan. Hay cosas mejores que hacer colas.

En Bilbao había cola cuando llegó nuestro autobús. Yo, en lugar de sumarme, me fui a tomar cervezas con unas personas a las que no había visto nunca hasta el día anterior.

Sí, vale. La promesa de papá Noel era disfrutar de primeras filas sin colas. Pero era una posibilidad, no una certeza. La posibilidad era suficiente y me permitió pasar un rato impagable. No lo pagan los euros de la entrada ni lo paga nada.

Y vuelvo a rectificar lo de la cola, porque la había para las cervezas en la barra. Y la hice, vaya si la hice. Y tan a gusto.

Al final no hubo primeras filas. Pero tuve un regalo mejor. Y la persona que me hizo el regalo me pidió disculpas como si tuviera algún motivo, como si yo no fuera feliz. Hubo dos personas que renunciaron a su propio lugar en las primeras filas solo para quedarse conmigo en un sitio cualquiera en medio del mogollón, escorados a la derecha, al lado de la barra, más o menos en ninguna parte. Pues, señores, cualquier sitio puede ser el mejor sitio. Ahora lo sé.

Y de nuevo lista de canciones deseadas. Yo quería Backstreets. Tú, Kitty's back. Ella, verte feliz.

Qué buen concierto. Desde la primera canción se notaba algo especial que no había estado, no del mismo modo, la noche anterior. La noche anterior, Madrid, fue especial y maravillosa, inolvidable por muchos motivos, única, porque sonó Candy's room, porque sonó No surrender, porque sonó Thunder road, porque yo estaba allí, con vosotros a no muchos metros de mí, dentro de mí. Pero la banda en Bilbao fue otra cosa. Estaban despiertos y vibraban. Hicieron que no importara ver a Bruce, Nils, Steve o Clarence solo cuando se colaban en los huecos entre las cabezas de la gente. Veía a Max y Roy todo el tiempo, qué putos genios, qué maravilla.

A la mitad de Promised land yo no sé qué coño me pasó pero, si siempre me pone los pelos de punta ese "mister, I ain't a boy, no I'm a man", ese día me destrozó, y cuando estaba a punto de no poder más, empezó a cantar esa cosa de "what others may want for free", y supongo que no pude más. Y entonces alguien vino y me abrazó. Y si en Madrid me había sentido feliz de estar sola, en Bilbao me sentí privilegiada por tener aquella compañía.

Cuando empezó la intro de piano de Bacstreets supe que, contra cualquier pronóstico, superando cualquier expectativa, por una vez en la vida, iba a ser la segunda noche consecutiva de conseguir sueños. En un verano suave e infecto Terry y yo nos hicimos amigos, intentando en vano respirar el fuego en el que estábamos naciendo, largándonos a las afueras, sujetando la fe entre los dientes, durmiendo en aquella vieja casa abandonada de la playa, consumiéndonos de calor y escondiéndonos en los callejones, escondiéndonos en los callejones, con un amor tan duro y lleno de derrota, corriendo por nuestras vidas de noche por los callejones. Recuerdas todas las películas, Terry, que fuimos a ver, intentando aprender a caminar como los héroes que creíamos que teníamos que ser? Y después de todo ese tiempo, encontrar que sólo éramos como los demás, solos en el parque y obligados a confesar que nos escondíamos en los callejones. Juramos que siempre seríamos amigos, en los callejones hasta el final. Siento que no sonara Incident en su lugar, J, pero esta canción me hacía falta.

Y los tres sabíamos, desde el principio, que Kitty tenía que volver. Dijimos, pensamos, "ahora es el momento, venga, tócala ahora", después de Girls, y no, pero no importaba porque la que sonó fue Tenth avenue y ya era la hostia, la cosa más flipante del mundo, aquello sonaba de escándalo y yo jamás soñé con escuchar una cosa así en directo. Y bueno, entonces acabó y de repente sonó el primer punteo del enésimo milagro del fin de semana. Y dio igual estar en el culo del mundo del concierto, dio igual no verle la cara a Bruce, dio igual la diminuta decepción del pit, dio igual el enfermo mental que se dedicó a dar alaridos a nuestro lado durante medio concierto, dio igual la música de cuarenta principales del autobús y dio igual todo, por ver esa cara, esos ojos, por esos diez minutos de cosa inverosímil llamada Kitty's Back. Oooh, what can I do? De verdad, ¿qué importa todo? ¿Qué importa que nadie más lo entienda?

Así que no sé. Si no me muero antes, tengo que volver a ver un concierto de esta gira. Ya será mucho pedir NYC serenade, pero me estoy acostumbrando a ver hechos realidad mis sueños más insensatos.

28 noviembre 2007

Madrid, 25 de noviembre de 2007

Quisiera contarlo.

Para empezar, hay que elegir un principio. Tengo varios.

Podría colocar el principio en verano, cuando un amigo me dijo "habrá disco de Bruce en octubre y después gira; tengo la seguridad de que nos veremos allí".

También podría situarlo poco después, cuando otro amigo me envió una canción por email, Radio Nowhere, el día de mi cumpleaños.

O cuando, el día dos de octubre, me quedé sin entrada para Madrid después de hacer cola y esperar en vano. Unos días después conseguía entrada para Bilbao.

Recibí un mensaje: "No compartiremos el mismo concierto, me jode".

Yo contesté: "No surrender".

Pero voy a poner el principio el día que sonó el teléfono y una voz casi desconocida me dijo: "¿Tú no tienes entrada para Madrid, no?" Yo contesté: "No". Y la voz dijo "Pues ahora ya tienes. Resulta…"

Me da la sensación de que esta locura hay que explicarla, pero no puedo. Alguien que nunca haya hecho algo así leerá estas palabras y no entenderá nada. Quien no sea capaz de perder la cabeza por un sueño absurdo no entenderá nada.

Como diría el africano, "este anuncio es para todos los demás".

Lo difícil es por dónde empezar. Dice Houellebecq en La posibilidad de una isla: "No hay reglas precisas respecto al relato de vida. El principio puede tener lugar en cualquier punto de la temporalidad, igual que la primera mirada puede detenerse en cualquier punto del espacio de un cuadro; lo importante es que, poco a poco, asome el conjunto". No es verdad. El lugar donde colocas el principio lo condiciona todo. El autor del cuadro sabe dónde pondrás los ojos en primer lugar. O debería saberlo. Debería decidirlo.

La ciudad donde vivo está llena de gente rara que se sienta sola en un bar decorado en madera con un papel y un boli o un incongruente y diminuto libro de poesía. Yo también lo hago. Me siento sola y pido media de Guinness (Slàinte!). Viene una alumna a saludarme y cuando vuelvo a levantar la cabeza me ha pagado la cerveza, qué encanto. Suena otra música. Suena demasiado alta. Me pongo a recordar.

Nadie ha dicho que hicimos la ola sin más motivo que la pura tensión de la espera. Nadie dice que la multitud ansiosa aplaude y silba a los técnicos de luminotecnia que se encaraman a las estructuras, a los hombres sin nombre que colocan en una pulcra fila los saxos de Big Man.

Cuando se apagaron las luces el público entró en erupción. El rayo de luz. Y Bruce preguntando eso. IS THERE ANYBODY ALIVE OUT THERE? La multitud ruge. Así que vuelve a preguntarlo. IS THERE ANYBODY ALIVE OUT THERE??! Todos gritamos. Nosotros estamos vivos, what about you?

(Cuando me dio la entrada me temblaban tanto las manos que me dio vergüenza vérmelas. Saqué un cigarrillo, guardé el paquete, lo volví a sacar, ofrecí, alguien aceptó uno, cogí un cigarrillo, lo encendí, guardé el paquete, me di cuenta de que tenía un cigarrillo extra apagado en la mano, el que había sacado primero, saqué de nuevo el paquete y lo guardé. Todo con las manos temblando. Todo con la entrada maravillosa guardada en lugar seguro. Escalera 17. Fila 2. Asiento 1. No os podéis imaginar qué cerca están esas palabras y esos números de Martin Scorsese.)

Es potente ese principio con Radio Nowhere, funciona bien. Tal vez no sea una gran canción, aunque yo la adoro. Y funciona. Intento encontrar un mundo con algo de alma, intento establecer una conexión contigo.

(Unas cervezas antes del concierto. Todos tenemos entradas de grada, no tenemos que hacer cola. Lista de canciones que queremos escuchar. Estos dos chicos tienen las suyas. No surrender les une por alguna oscura razón. La canción de su complicidad.)

No reconozco los acordes de la segunda camción al momento. Pero después sí. Arranca No surrender y yo pienso en ellos y en la mirada que se cruzaron cuando la desearon juntos. Y veo que esta noche va a ser una noche de cumplir sueños. No nos rendimos, estamos aquí, cantando, gritando, jurando que siempre recordaremos, porque aprendimos más en una canción de tres minutos que en todo el tiempo que pasamos en el instituto.

Y ¿qué hay de mi deseo? Bueno, mi deseo era que se cumplieran los tuyos, pero también tenía una canción que quería oír. Y mi canción empieza a sonar con una batería loca. ¿Es o no es Max Weinberg uno de los mejores baterías de rock del mundo? ¿De verdad importa eso? Es lo que tú sientes que es. Los cambios en la voz del Bruce, los cambios de ritmo, el crescendo salvaje de esta canción pasan por encima de mí como una apisonadora. Cuando la canción enfila el final estoy llorando sin motivo. O por un motivo que está a medio camino entre la emoción y la histeria. El momento ha llegado y yo apenas puedo creerlo. Casi no sé ni si estoy viva, si todo esto está pasando de verdad.

Podría hablar de cada una de las canciones del set list, que es como se llama técnicamente el asunto. Todas las canciones dicen algo, de todas se puede sacar una emoción, todas me van partiendo en trozos por dentro. Nadie conocido a mi lado y no me siento sola, sino feliz, porque puedo vivir esto sin testigos, completamente libre.

Last to die tiene una potencia devastadora. Tunnel of love no sale muy bien pero la guitarra de Nils arregla un poco el desastre. La versión de Reason to believe, una canción tan dura y tan esperanzada, tan llena de fe en las personas, en sus ilusiones y en sus motivos para seguir viviendo, añade ganas de pasarlo bien en las formas, y tiene tanta vida dentro que al final te das cuenta de que tienes que cerrar la boca.

Así que llega Badlands y, después de esa comunión brutal, en que la muchedumbre se mueve al unísono como un animal enardecido, el escenario se queda vacío por un momento. Es la hora de los bises, la hora de cumplir el último deseo, que la multitud pide a coro. Bruce sonríe, I got it, I got it, el deseo será concedido pero hay que esperar. Hace la broma, busca el cartelito, lo recoge, lo muestra a cámara: Thunder road, please! La magia comienza. La puerta se cierra de golpe y el vestido de Mary ondea. Ahí la tienes, amigo. Por fin. Me noquea de tal modo que ni siquiera puedo llorar. Todos los milagros han tenido lugar.

Pero no todos. Al día siguiente vuelve a empezar. Con otra calma. Ya ha habido una primera vez y yo no sé todavía que todas las veces son la primera. Kilómetros hacia el norte.

Y Papá Noel reparte promesas de felicidad por sms. Puede que no se cumplan, pero la mera posibilidad es suficiente.

Tal vez mañana.

27 noviembre 2007

Quizá mañana

Tengo que hablar de todo lo que he vivido este fin de semana. He hecho locuras, he conocido personas maravillosas, he sido escandalosamente feliz, he atesorado momentos que se contarán para siempre entre los mejores de mi vida.

Pero no puede ser hoy y tal vez no pueda ser nunca.

Por ahora, os dejo con el primer párrafo de uno de los libros que me compré el sábado en la Fnac. Se trata de La novia imaginaria, de John Irving. Describe este oficio y, por lo tanto este blog y los demás también.

Este relato es autobiográfico pero os pido por favor que comprendáis que, para cualquier escritor dotado de una buena imaginación, todos los relatos autobiográficos son falsos. La memoria de un narrador es una proveedora de detalles especialmente imperfecta. Un detalle imaginado es siempre mejor que uno recordado. El detalle correcto pocas veces es con exactitud lo sucedido; el detalle más verdadero es lo que podría o debería haber sucedido. La mitad de mi vida es un acto de revisión, y más de la mitad de ese acto se lleva a cabo con pequeños cambios. Ser escritor es un arduo maridaje entre una observación minuciosa y la imaginación, no menos minuciosa, de las realidades que no has tenido ocasión de ver. El resto es el necesario, estricto y asiduo trabajo con el lenguaje, lo cual significa para mí escribir las frases una y otra vez hasta que parezcan tan espontáneas como una buena conversación.

No creo que tarde en volver. Solo tengo que reconstruir mis recuerdos.

16 noviembre 2007

Tiempos raros

Bien, bien, todo bien. Ayer me decía un buen amigo que soy un culo inquieto, que ahí reside mi encanto y yo, bueno, a lo mejor me cago en mi encanto.

Todo bien pero falta algo, siempre falta algo, tengo sed, tengo hambre, me ahogo. Todo bien. El trabajo bien, la vida bien, con salud, gracias, sin problemas, no pasa nada si un mes tardan en pagarme porque tengo dinero, las cosas más o menos salen como quiero, bueno, es cierto, me enrollo con un casi desconocido y de repente me ama y parece que quiere casarse conmigo, en el fondo es un halago, joder, no sé de qué me quejo, pero.

Hago kilómetros y kilómetros. Juraría que fue ayer cuando le cambié el aceite al coche y me faltan mil kilómetros para volver a cambiárselo, no importa, tengo dinero, tengo tiempo, no pasa nada. Me llaman para una entrevista de trabajo en la tele de los curas y tengo que ir y hacerla, y como no me interesa nada probablemente me ofrecerán un puesto estupendo, la ironía es que si no lo hacen me va a sentar fatal.

El miércoles dejé pasar la tarde esperando que llegara la hora del concierto. Tenía tantas ganas de ir. Cené y esperé, y cuando llegó la hora, salí de casa. Con una sensación de nervios y un nudo en la boca del estómago, como si hubiera quedado con el chico que me gusta, que, de hecho y dicho sea de paso, no existe. No existe el hombre que me haga un nudo en la boca del estómago cuando voy a verle. Mi amiga E, que es optimista, dice que "aún no ha llegado". Honestamente, hace tiempo que no lo espero. En fin. Esa misma sensación por dos guitarras y un contrabajo. Y la voz. Hacía tiempo que no me acariciaban con la voz. No quiero que suene erótico, pero es esa forma de cantar, como desde el fondo de la garganta, que casi nadie tiene, que me pone los pelos de punta, que es como una caricia.

Cuando salí de casa me sentía rara. Quién hace todos esos kilómetros para ver un concierto tonto, un grupo del que no has escuchado nada, de otro que solo te dejó una especie de cosquilla en algún sitio. Vas sola a una ciudad que no conoces demasiado, te metes en un bar lleno de gente y ya no te sientes tan rara, o sí, pero es lo de siempre, rara como siempre, rara como todo el mundo, lo normal.

Te sientas por allí y un señor muy castizo, muy chulo, madrileño y tanguero, qué peligro de combinación, que mira el culo a las rubias que pasan al baño, canta en un tango unas palabras que te hacen encoger las tripas otra vez: "si yo tuviera corazón, el corazón que di, si yo pudiera como ayer querer sin presentir, es posible que tus ojos, que me gritan su cariño, los cerrara con mis besos". Querer sin presentir. Ja.

Cuando salí de casa me sentía un poco loca. En muchos sitios del mundo la gente se va un miércoles a las once a un concierto a 50 kilómetros de casa, pero en mi mundo, no. En mi mundo las chicas no van solas a conciertos.

Pero después vino la música y me olvidé de eso, y de todo. Primero los tangos, en mi vida he escuchado tangos, ni siquiera conozco títulos de tangos, y llegan y te hacen eso, llega un momento en que te dices "si sigue así voy a echarme a llorar". Y después lo otro, el swing, el jazz, las guitarras y la voz, la diversión, esa sensación de jodida y plena felicidad, como un deseo de que no se acabe nunca, de que el momento se alargue hasta el infinito.

Cuando volví a casa me sentía bien. Viva, supongo. Era demasiado tarde y sabía que iba a arrastrar el sueño toda la semana, pero ¿para qué estamos? ¿Para dormir y comer todos los días a la misma hora, repitiendo ritmos, dejándonos morir despacio?


(A ver si reconocéis la versión...)

10 noviembre 2007

Jo, cómo mola…

Los viernes hay concierto en el Baranda. Unas veces es hardcore del pueblo de al lado, otras veces es música folclórica, otras veces rocanrolito más o menos humilde, estamos a la espera de un pop bastante bien hecho, por lo que dicen. Para entendernos, normalmente no se sabe en qué idioma cantan.

El público del Baranda es difícil. Hablan mientras suena la música (y más alto cuanto más alta suene la música, de hecho, no vaya a ser que no se les oiga). Tardan varios segundos en empezar a aplaudir después de que terminan las canciones. Son capaces de acabar con la confianza de cualquiera que tenga los huevos de subirse a ese escenario. Hace un mes estuvo Josele Santiago, al que le sentó fatal estar oyendo las conversaciones del público de la primera fila mientras cantaba prácticamente a solas con su guitarra y su compañero (Pablo Novoa), pero que ni con broncas ni con malos gestos consiguió acallarlas.

Pero nosotras vamos todos los viernes, toque quien toque, porque de esto no hay aquí, un poco en la línea de lo que comentaba el otro día sobre la versión original. ¿Hay? Pues vas. Vas y escuchas e intentas hacer ver al respetable por qué se llama respetable. Atiendes, escuchas, aplaudes, hagan lo que hagan los que están allí arriba peleándose con los micros y con la indiferencia de la mayoría de los de abajo.

Y anoche tuvimos un pequeño lujo. Un grupo de Alicante llamado Aguardiente Swing Quartet. Esta vez sí que había música bien hecha. No lo digo por desmerecer. Un contrabajo y tres guitarras (o dos guitarras y una voz muy bien modulada) tocando ritmos swing, jazz y gipsy jazz. Haciéndolo bien. Una buena voz llevándonos a los años 30 y 40, a los ritmos iniciales, a la base de la música que me gusta a mí. O lo que debe de ser la base, intuyo, que yo de esto no entiendo mucho.

Mi amiga me dijo "¡Se entiende mejor a este cantando en inglés que al de la semana pasada cantando en gallego!" Insisto, pa entendernos.

No es la música que más escucho en casa o en el coche. Pero creo que es la música que más disfruto en directo. No sé por qué, es una música que ha nacido para estos locales oscuros y llenos de humo. Ahí cuando no puedes evitar mover la cabeza y dar palmas, mover los pies o las rodillas al compás de esa música tan rítmica y tan bien hecha. Estos chicos eran aplaudidos sin compás de espera, lo que ya es un triunfo en el Baranda, aunque ellos no lo sepan ni estén en condiciones de valorarlo. Incluso los moscardones molestos, los que gritaban para hacer oír sus voces por encima de unas guitarras (acústicas) que se esforzaban en ignorarles, se fueron transcurrida poco más de la mitad del concierto y nos dejaron a los que sí lo estábamos pasando bien, bien de verdad, bien por primera vez (o segunda, en realidad) que nos dedicáramos a disfrutar de una cosa bien hecha. Bien hecha y con cariño.

Son admirables este tipo de músicos. Gente que sabe que nunca se hará famosa, que jamás será número uno en las listas de la radio fórmula. Gente que se echa su guitarra al maletero y se hace mil kilómetros para hacer diez días de gira por pueblos donde no saben si tocarán en la sala de plenos del ayuntamiento, en el aula de cultura o en un bar punky. Donde no saben si la gente que va a escucharles sabe lo que es el swing, donde la gente va a gritarles "¡tocad una de los rolin!" Y quieren vivir de esto, y viven por dentro, porque te cuentan una anécdota que les pasó con un niño gitano en una jam session en Francia, y les brillan los ojos cuando te dicen que ha venido alguien a felicitarles y te cuentan que dentro de tres días tocan con Malevaje y que siempre funciona muy bien y que creen que merece la pena verlo.

Así que con Malevaje. La verdad es que voy a ir, aunque tengo que hacer unos kilómetros, y esta vez (¡qué cutre!) voy a llevar en el bolsillo el suficiente dinero para comprarles el disco. Porque aunque esta es una música para directo, me he quedado con ganas de más.

Abrieron con esto:

08 noviembre 2007

Versión original subtitulada

Este miércoles y los dos próximos se produce un pequeño milagro en (iba a decir "mi ciudad" pero es demasiado nombre) el sitio donde vivo. Un cineclub (sí! todavía existen) y el único multicine que queda se han aliado y han decidido poner tres películas europeas en versión original.

La cuestión es la siguiente: a modo de ocasión casi irrepetible se me presenta la oportunidad de ver una película en versión original subtitulada en una pantalla enorme, en una sala a oscuras, con todo el ritual que implica ir al cine a ver una peli (y que en mi caso no incluye ni palomitas ni vaso de plástico con cocacola, al menos cuando voy sola y hago lo que quiero).

¿Qué peli? ¿Qué coño importa? Hay que verla.

Bueno, era 2 días en París, de Julie Delpy. Sí, no es gran cosa, pero tiene una de las virtudes que me gustan, esto es, es pequeña y no muy pretenciosa. Empieza con muchas trazas de humor y se va deslizando hasta la casi tragedia. Trata de una pareja de más o menos mi edad con todas las características que tiene una pareja que lleva dos años junta; esas características que son los motivos por los que yo no quiero tener pareja (mayormente). Pasan un par de días en París, de donde ella es oriunda, y atraviesan una pequeña crisis, supongo que propia de los dos años de relación, en la que tienen que enfrentarse a lo que el otro es y decidir si lo aceptan o lo rechazan.

Trata, en suma, de cómo y por qué nos conformamos. Y es bonita, está bien contada y lo comprendes. Que se conformen, comprendes, aunque no estés muy de acuerdo, o aunque lo comprendas con la cabeza pero no con el corazón. De algún modo te dice "bueno, en un momento determinado ves claro que va a ser así siempre y decides que ha llegado la ocasión de no salir corriendo".

No sé. He salido del cine con la sensación de haberme llevado una hostia en la cara, así, con la mano abierta. Con una especie de voz que me decía, "K, eso no es para ti; confórmate con saberlo".

Creo que me da igual.

Hoy he leído letreros en el cine. No recuerdo los años que han pasado desde que hacer algo así era normal.

Realmente, ¿qué más quiero?

04 noviembre 2007

Antonia, Marleen Gorris

Es una película que habla sobre el paso del tiempo. Sobre el amor, la pasión, el dolor, los sueños, las realidades, la vida y la muerte.

Que no se complica demasiado para dividir el mundo en cosas que están bien y cosas que no, que tal vez separa con una brocha gorda a los buenos de los malos, pero que sin embargo juzga poco.

Una película de personajes completos, vivos, que comparten contigo sus miradas, sus anhelos, sus penas, sus miedos, sus risas.

Es una película que habla de mujeres desde las mujeres, pero para todos, en la que los hombres son buenos y necesarios, guías y apoyos, referencias.

Me gustaría no hacer mucha poesía sobre esta película, pero es una película hecha de poesía, si es que el cine narrativo puede ser alguna vez poético. Cuenta una historia con un principio, un medio y un final.

Tiene personajes amargos, dulces, tiernos, patéticos, conmovedores, entrañables, admirables, enteros, rotos, fuertes, resistentes, constructivos, cómicos, trágicos, absurdos.

Juega en los límites que separan la realidad de los sueños.

Tiene una fotografía espectacular de una zona rural que podría ser mi pueblo, o el tuyo.

Bueno, es una película que me ha hecho llorar varias veces. Y que jamás me ha puesto triste. Tal vez porque cuenta el pasado y ayuda a conformar el futuro.

Tal vez porque trata los temas que trata sin miedo, sin guantes, y los acaricia con cariño pero sin pudor.

Yo no puedo evitarlo. Soy una chica fácil. Me gusta el cine fácil. El cine que me mira a los ojos y me cuenta historias sin faltas de ortografía, con inocencia, con candidez, que me dice en la misma frase que la vida puede ser la hostia aunque en realidad es una mierda casi siempre y muy poca cosa a la postre.

La ponen hoy, en la 2, a las nueve y media. Espero que a esa hora no tengáis mucho más que hacer. Sirve para conocerme mejor.

03 noviembre 2007

Sueño

Soñé que paseaba por un extraño bosque de pinos en medio de una llanura desierta. Antes que nosotros, que íbamos de la mano como si estuviéramos enamorados, había pasado un perro enorme que había dejado dibujadas las huellas de sus zarpas gigantes en la arena. Tú tenías miedo y yo me reía. Eran pisadas de perro bueno.

El viento era suave y el sol calentaba, las palabras fluían y se creaba alrededor una sensación de magia, de cosa inverosímil, de milagro irrepetible, tal vez.

A veces merece la pena desactivar la realidad, dormir un rato, para poder soñar cosas así.

31 octubre 2007

Steinbeck y las dos formas de ver el cine

Yo fui una vez a ver una película y como si saliera yo y más que yo; y mi vida y más que mi vida, todo como más grande.

Bueno, yo tengo bastantes penas. Me gusta olvidarme de ellas.

Claro. Siempre que te lo puedas creer.


De Las uvas de la ira.

30 octubre 2007

No puente

El jueves es fiesta. Bueno, no es fiesta pero es un día no lectivo.

Me parece curioso cómo el día de los muertos es considerado un día de fiesta. Me hace recordar la bronca que nos echó la madre de una amiga mía a ella y a mí hace muchos años porque le pedimos que la dejara ir a la discoteca el miércoles o el jueves santo. "Cristo muriendo en la cruz", le dijo, "y tú quieres ir a la discoteca". Menos mal que el parecido de esta santa mujer con la madre de Carrie acaba aquí.

En fin. El caso es que no hay que trabajar. Me levanté el lunes pensando en el puente y hoy me he enterado de que no nos han dado el viernes. No es grave, en el sentido de que los días de puente son regalos que no te mereces, te caen como bienes inesperados, y si son esperados (volvemos a lo mismo), es por un exceso de optimismo del que nadie es culpable. Pero jode porque los alumnos ya han notificado que no piensan aparecer.

De modo que a las nueve de la mañana estaré firmando para dejar que pasen cuatro horas (y tengo suerte, solo son cuatro) sin hacer nada. Estoy cabreadísima con el mundo. Se me ocurre putear a los alumnos, obligarles a venir o algo así, chantajearles o amenazarles con graves consecuencias, pero total para qué. Que disfruten, ellos que pueden. Yo qué sé.

Bueno. Esta chuminada por escribir algo y para que veáis que no solo vosotros os quejáis de vicio. Que puestos a lloriquear cualquier excusa es buena. Menudo día llevo.

La música te reconcilia con el mundo. Os dejo una canción de Tom Waits de su último disco, Orphans. Se titula Long way home.



Long way home

Well I stumbled in the darkness
I'm lost and alone
Though I said I'd go before us
And show the way back home
There a light up ahead
I can't hold onto her arm
Forgive me pretty baby but I always take the long way home

Money's just something you throw
Off the back of a train
Got a head full of lightning
A hat full of rain
And I know that I said
I'd never do it again
I love you pretty baby but I always take the long way home

I put food on the table
And roof overhead
But I'd trade it all tomorrow
For the highway instead
Watch your back if I should tell you
Love's the only thing I've ever known
One thing for sure pretty baby I always take the long way home

You know I love you baby
More than the whole wide world
You are my woman
I know you are my pearl
Let's go out past the party lights
Where we can finally be alone
Come with me and we can take the long way home
Come with me, together we can take the long way home
Come with me, together we can take the long way home.

El camino largo a casa

Bueno, tropecé en la oscuridad
Estoy perdido y solo
Creo que dije que iría delante de nosotros
Y mostraría el camino a casa
Hay una luz ahí adelante
No puedo apoyarme en su brazo
Perdóname, preciosa, pero siempre cojo el camino largo a casa.

El dinero es solo algo que extravías
de la parte trasera de un tren.
Tengo una cabeza llena de relámpagos
un sombrero lleno de lluvia
Y sé que dije
que nunca lo haría otra vez
Y te quiero, preciosa, pero siempre cojo el camino largo a casa.

Pongo comida en la mesa
y un techo sobre la cabeza
Pero cambiaría todo eso mañana
por la autopista.
Vigila tu espalda si te dijera
que el amor es lo único que he conocido nunca
Una cosa es segura, preciosa, siempre cojo el camino largo a casa.

Sabes que te quiero, nena
más que al mundo entero
Eres mi mujer
Sabes que eres mi perla
Salgamos, pasando las luces de la fiesta
donde por fin podremos estar solos.
Ven conmigo y podremos coger el camino largo a casa.
Ven conmigo, juntos podemos coger el camino largo a casa.
Ven conmigo, juntos podemos coger el camino largo a casa.

(Ehem. La traducción es mía así que si algún entendido sabe hacer algo mejor que una traducción literal con licencias en los tiempos verbales y tiene tiempo y ganas, pues eso.)

29 octubre 2007

Pérdidas

Unas señoras charlando en una terraza.

Hablan de dietas y una de ellas comenta, "Ah, pues hace un par de meses hice la de (no sé qué)."

Así que le pregunta su amiga: "Aah, y ¿qué tal? ¿Cuánto perdiste?"

La señora la mira y contesta: "Quince días."

27 octubre 2007

Me gusta que los planes salgan bien

Creo que de este tema he hablado mil veces.

Por lo general procuro no hacerme muchas ilusiones con los planes que hago, intento mantener a raya las expectativas. He aprendido a no esperar demasiado de las personas o de las situaciones posibles, sobre todo porque odio culparlas de decepcionarme cuando, si alguien tiene la culpa de una situación así, es el que se inventa un futuro y después se enfada con la vida, o con el otro, porque esa invención no se cumple.

(Odio ese concepto judeocristiano, la culpa, si algún día tuviera un hijo intentaría educarlo sin la menor mención a él...)

Pero a veces las cosas, sencillamente, salen bien. Se ajustan como un traje a medida a lo planeado, a lo esperado. A ese mapa mental optimista y luminoso que te haces aunque siempre lo remates con el cuervo negro de la frase "... pero también puede ocurrir todo lo contrario".

Hace unos años en televisión se emitió un anuncio en la tele. Era de un coche. El eslógan en español decía: "a veces el mundo se pone de acuerdo".





Y una canción de Fito que he escuchado este fin de semana y que hoy me dice muchas cosas.


(Algo, lo que me invade, todo viene de dentro. Nunca lo que me sacie, siempre quiero, lobo hambriento. Todo me queda grande para no estar contigo. ¿Sabes? Quisiera darte siempre un poco más de lo que te pido. Sabes que soñaré, si no estás, que me despierto contigo. Sabes que quiero más, no sé vivir sólo con cinco sentidos. Este mar cada vez guarda más barcos hundidos.

Tú eres aire, yo papel, donde vayas, yo me iré. Si me quedo a oscuras, luz de la locura, ven y alúmbrame. Alguien dijo alguna vez "por la boca vive el pez" y yo lo estoy diciendo, te lo estoy diciendo otra vez.

Dime, ¿por qué preguntas cuánto te he echao de menos? Si en cada canción que escribo, corazón, eres tú el acento. No quiero estrella errante, no quiero ver la aurora. Quiero mirar tus ojos del color de la cocacola. Sabes que soñaré, si no estás, que me despierto contigo. Sabes que quiero más, no sé vivir sólo con cinco sentidos. Este mar cada vez guarda más barcos hundidos.

¿No estás conmigo siempre que te canto? ¿No hago canciones para estar contigo? Porque escribo igual que sangro. Porque sangro todo lo que escribo. Me he dado cuenta cada vez que canto que si no canto no sé lo que digo. La pena está bailando con el llanto y cuando quiera bailará conmigo. La vida eterna solo dura un rato, que es lo que tengo para estar contigo, para decirte lo que nunca canto, para cantarte lo que nunca digo.)

25 octubre 2007

Imos vellos (que no bellos)

Leo por ahí a alguien que escribe que, a medida que el tiempo pasa y va cumpliendo años, se va sintiendo más sabio. Yo algunos días comparto ese sentimiento y otros tengo la sensación de que la vida nunca dejará de sorprenderme, incluso que yo misma nunca dejaré de sorprenderme.

A veces creo que me conozco tanto, tan bien. Y otros días paso junto a un espejo y pienso "¿quién coño era esa?"

Es como ese diálogo tontorrón de Pretty woman, y cito de memoria, en el que el personaje de Richard Gere comenta "Hay muy poca gente que pueda sorprenderme" y le contesta Julia Roberts: "Pues tienes suerte... a mí la mayoría me dejan de piedra".

Pues eso. Que me siento así exactamente, como los dos: unos días estoy convencida de que nadie puede sorprenderme y al día siguiente me dejan de piedra.

(El título es bilingüe, como yo, supoño, la parte gallega se traduce como "vamos viejos"; aclaración para no galegoparlantes, especialmente o africano, que sempre está dando a murga con cousiñas de tiquismiquis...)

24 octubre 2007

Por decir algo (y una canción)

Esta mañana me dormí y llegué tarde a trabajar. En la mayor parte de los trabajos no es muy grave, tus compañeros de oficina te preguntan si ha pasado algo, si estás bien, el jefe pregunta por ti, o tal vez ni se llega a enterar, o en personal te descuentan esa hora cuando te hacen la nómina a fin de mes. En mi caso no pasa nada de eso. Llegas a la puerta y los chavales están ahí sentados, esperando. Han tenido que madrugar, la mayoría de ellos han atravesado andando la ciudad para estar ahí a las nueve en punto porque si llegan a y diez les echas la bronca. Un telar. Qué cara pones para pedir disculpas. Yo no he llegado diez minutos tarde precisamente.

No tengo mucho que contar. Últimamente he visto películas de las que ya he hablado (Taxi Driver, mi acompañante se durmió) o de las que ya está todo dicho y vuelto a decir (Psicosis, en clase). En la tele veo Perdidos y en el ordenador, Boston Legal.

Estoy volviendo a leer Doctor Zhivago porque en las librerías de mi pueblo no hay nada que me apetezca comprar y aprovecho el cumpleaños de la única novela de Boris Pasternak para darle un repaso. Cuando acabe, veré la película, que me ha recomendado tantas veces el lagarto, y tal vez tenga algo que decir. O tal vez no.

Mi vida está siendo rara estos días. Me pasan cosas que no entiendo mucho, algunas que deseo y otras que no. No pienso demasiado para no agobiarme. Cuando no pienso, tampoco escribo. Es un tic, supongo.

Por lo tanto, este es un post de mantenimiento. También hay otro motivo, y es el de siempre, la pereza de irme a dormir.

Y algo que quería compartir con cualquiera que quiera escucharlo. Sonó la noche del 22 en Chicago. Es una canción especial.

18 octubre 2007

Risas

Buenos ratos con cosas tontas. Lo de siempre: llegar a la gente por medio de las situaciones que entiende. No hace falta ser siempre ni profundo ni serio ni apelar a sentimientos trascendentales.

Cómo se puede reir uno con una chorrada.

16 octubre 2007

Y os dejo con Cervantes

Que siempre hay quien lo dice mejor que uno:

El discurso de Marcela (fragmentos):

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera que, sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura; y, por el amor que me mostráis, decís, y aun queréis, que esté yo obligada a amaros. Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y, siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir “Quiérote por hermosa; hasme de amar aunque sea feo”. Pero, puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas hermosuras enamoran; que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas, sin saber en cuál habían de parar; porque, siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos.
(...)

Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que, cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito.
(...)

(Esto es escribir.)

Diálogo con los lectores

(Respuestas a los comentarios del post de ayer.)

Me gusta contar aquí estas cosas por dos o tres motivos. El primero, la tremenda empatía. Cuatro frases y todo el mundo entiende. Después está la manera en que tus palabras rebotan en el otro y te vuelven filtradas por su experiencia o su inteligencia.

Mangamoncio da una opinión muy extendida y que alguna vez he considerado errada: el amor es generoso y no pide nada a cambio. No sé si estar de acuerdo. Nadie da nada por nada. El que lo hace se cansa pronto y deja de dar. El hecho de dar puede ser satisfactorio en sí mismo, pero siempre recibes a cambio, aunque solo sea esa misma satisfacción, o el agradecimiento. En el momento en que ese dar deja de ser algo que haces porque quieres y pasa a ser algo que los demás esperan que hagas, deja de ser agradable y empiezas a necesitar una retribución, la que sea, para poder sentir que lo que das no está cayendo a un terreno árido. Cuando amamos necesitamos saber que algo de eso vuelve a nosotros.

Fanshawe da en el clavo. No puede ser que alguien piense que estás obligado a quererle por el hecho de que él te quiere a ti. No tiene sentido, no se comprende que alguien considere amar una razón para ser amado. "Te quiero porque me quieres" en realidad no es algo que nadie desee escuchar. Digo yo.

Antígona trae el sentido común. Comprende que el enamorado no está para razones. Un enamorado sólo siente. Siente que puede dar todas esas cosas, necesita saber que le van a permitir darlas. Siente que ese torrente de emociones no viene de vuelta. Quiere inventar cosas que no ve. Después nos aporta una idea nueva que tal vez tampoco va desencaminada: ¿no será una estrategia más? Podría ser.

Anna se pone en el lugar del otro. Considera que la pregunta es ofensiva, dolorosa, tan injusta e irracional como la respuesta y, mira, tiene razón. El hecho de que alguien se niegue a quererte, te dé respuestas hirientes, te mire con ojos fríos, intente explicarse los motivos de tu amor y traerlos al suelo es doloroso, tan egoísta, probablemente, como tu pretensión de ser querido porque sí, porque debes tener una respuesta coherente a lo que tú mismo estás sintiendo. Anna dice otra cosa muy cierta, y es que el que ama y espera dice la verdad, aquello que firmemente cree. Aunque solo lo crea durante un día o dos.

Soy como un zueco de madera para estas cosas. No entiendo el amor, no entiendo mucho a la gente que hace cosas así. Me ayudáis mucho.

15 octubre 2007

"Todo lo que busco en una mujer"

Hay personas que creen que el hecho de tener algún sentimiento por alguien les da algún tipo de derecho sobre el otro.

¿En base a qué misterio ocurre esto? ¿Por qué piensa alguien que tienes la obligación de sentir amor como si se tratra de una justa correspondencia al amor que recibes?

—¿Por qué crees que debo estar contigo?

—Porque tienes todo lo que busco en una mujer.

¿De verdad es posible que una conversación así pueda producirse?

08 octubre 2007

Lazos

Cualquiera que tenga un blog sabe lo que es esto, este milagro.

Es fácil, es lo normal, sentirse solo a menudo, saber que las personas que te quieren no siempre te entienden, del mismo modo que muchas veces no entiendes a las personas que quieres. Es una forma peculiar (aunque cotidiana) de soledad.

El fenómeno de los cuadernos de bitácora es una revolución en el modo de comunicarse. Se ha hecho realidad la posibilidad de escribir para lectores desconocidos, se ha hecho realidad, aunque sea a un nivel diminuto, el sueño de muchos de decir lo que se necesita decir y que esas palabras no se queden para siempre en un cajón acumulando olvido.

No es que lo escrito no vaya a ser olvidado. La intrascendencia sigue siendo el peor enemigo. Pero antes de olvidarlo, lo escrito pasa por ojos y mentes, estimula a otros.

Y al final resulta que lo que escribes y lo que lees te pone en contacto con gente que te da todo lo contrario: que te entiende sin quererte, o que tal vez llega a quererte porque te entiende o porque se sabe entendido por ti.

Se pueden llegar a crear unos vínculos fuertes y extraños. No puedes decir tal vez "ese otro que me lee y me entiende es mi amigo". Casi nadie busca un amigo a través de un blog. No somos amigos. No nos conocemos. Probablemente nunca nos veremos. Aunque lo hagamos, no pasará de unas cervezas en un bar, unas fotos, un buen recuerdo.

Sin embargo, te sientes cerca de esas personas. Te hacen compañía un día malo. Saben a lo que te refieres cuando piensas en alto a través de la pantalla. Se van contigo de viaje. Te acompañan en una nueva etapa de tu vida. Asisten a tus alegrías y a tus decepciones y las viven como propias. Se preocupan si te ven hundido. Te escriben si te echan de menos. Te dan aliento.

No sé qué tipo de relación es esta. No consigo entenderlo. Son personas sin las que era posible vivir hasta el momento en que aparecieron. Si desaparecen, no sabes dónde buscarlas, no sabes si el lugar que ocupan seguirá habitado cuando vuelvas a buscarles. Si desaparecen, todo sigue igual, sin dolor, tal vez con una pregunta flotando para siempre en la habitación que se les asigna en el corazón. Y nada más.

Sé que muchos de vosotros os vais a sentir aludidos por estas palabras. Podéis estar seguros de que es en vosotros en quienes estoy pensando.

Gracias por estar ahí.

02 octubre 2007

Mierda

Después de toda la mañana con el cuello en tensión por la espera. Después de que cinco horas duren tanto como un mes. Después de que otros temas mucho más importantes o del todo fundamentales se hayan solucionado de manera satisfactoria tras tantas dudas. Después de hacerme a la idea una vez más (y van…) de que las cosas no siempre salen como espero. Después de enfrentarme al hecho de que esta vez no va a ser. Después de aceptar las miradas de incomprensión de las personas que me quieren. Después de compartir unas horas la esperanza. Después de fumarme un paquete de Lucky en trece horas justas. Después de reírme de mí misma. Después de negarme despiadadamente la autocompasión.

Ahora es cuando me doy cuenta de cuánto quería ir a ese concierto.

28 septiembre 2007

Memoria

Como todo el mundo, yo también tengo un pasado inconfesable, aunque ahora lo voy a confesar (no sin rubor): cuando tenía catorce años, me gustaban los Hombres G. (Hay cosas peores; no muchas, lo sé, pero seguro que hay alguna.)

Hace unos días, zapeando a las tantas sin decidirme a irme a la cama, en el canal MTV pude ver lo que debe de ser el último videoclip de Hombres G. No me gustó. Esto lo digo con total sinceridad y para mi descargo.

Después, ya acostada, sin poder dormirme, se me vino a la cabeza una de las canciones que más me gustaban de este grupo. Tengo muy buena memoria para las canciones, el archivo de letras y melodías que conozco tiene poco que envidiarle al listado de un karaoke (en cuanto a número, digo; la única vez que estuve en uno conté cinco canciones que me sonaran, pero esa es otra histora, bastante penosa, por cierto, que contaré en otra ocasión).

El caso es que ahí, tumbada en la oscuridad y con los ojos cerrados, escuché completa, con la voz de David Summers, la guitarrilla y la percusión, íntegra y sin faltar una nota, una canción que fácilmente hace 20 años que no escucho.

Puedo cantarla y puedo reproducir aquí y ahora la letra sin dudar, pero lo que me asombra es que, en el silencio de mi habitación, a las tres de la mañana, puedo cerrar los ojos y escucharla entera en mi cabeza.

Y no solo esa. Puedo escuchar sin problemas Suite nupcial de Gabinete Caligari (que es la que traigo al presente cuando quiero despegarme una melodía de esas que te taladran el cerebro durante horas, me funciona). Tengo un mp3 mental con todo el Camino Soria, de hecho. Y bueno, solo son un par de ejemplos.

Pero el curso pasado, cuando desenterré del fondo del armario los apuntes de la facultad para refrescar conocimientos que intentar transmitir a mis alumnos, había tacos enteros de folios escritos de mi puño y letra y después pasados a word, y estudiados con buenos resultados académicos, que yo no recordaba haber visto en mi vida.

Todo esto solo me sirve para hacerme (y haceros) una pregunta manida y absurda: ¿por qué reglas se rige lo que se conserva, acumulando polvo, en las ingentes estanterías de nuestra memoria?

27 septiembre 2007

Otoño



26 septiembre 2007

Magia

Buscando un mundo con algo de alma… ¿hay alguien vivo ahí fuera?

Ya no podría contar cuántas veces he escuchado este disco en estos dieciocho días que hace que lo tengo. Me ocurre como con sus demás discos. No puedo elegir una canción. Ninguna me gusta del todo, no puedo prescindir de ninguna. Ninguna me rompe el corazón, pero todas pueden hacer que me tropiece en un latido, o en varios. Todas hablan de algo que siento, que he sentido, que entiendo, que puedo adaptar a mi mundo.

No te preocupes, cariño, no te agobies ahora. Estamos viviendo en el futuro, y nada de esto ha ocurrido todavía.

Creo que es de esos discos que se quedan contigo, de esos discos que te dicen algo distinto cada vez que los escuchas, que tienen un mensaje para cada sentimiento, para cada situación. Centras la atención y te encuentras descrito en algún sitio.

Cerraste los ojos y la viste. Supiste quién eras.

Cada día una canción se vuelve un poco más especial. De repente un verso resume lo que querrías decir tantas veces, a tantas personas.

A los muertos no les importa mucho quién está equivocado o quién tiene razón. Me hiciste esa pregunta, no acerté. Te metiste en tu oscuridad. Ahora todo lo que queda es mi amor por ti, hermano, que permanece inmóvil e invariable.

Algunas canciones te dicen más con las melodías que con las palabras. Aunque siempre hay una frase que te rescata.

Tal vez podrías salvar mi vida solo con una mirada.

Te hace sentir aludido, explicado o completado.

Lo que otros pueden querer gratis...

Somos egoístas, supongo. Todas las canciones, todos los poemas, los interpretamos en la clave de nuestros propios sentimientos o nuestras propias vivencias, diferentes en cada momento. Nos da igual que una canción se haya hecho pensando en la guerra, por ejemplo, en los que van y no vuelven. Somos individuos que vivimos en una sociedad próspera y solo nos importan nuestras propias pequeñas guerras.

Tengo una carta en la manga. Nómbrala y te la sacaré de la oreja.

No confíes en nada de lo que oigas y menos en lo que veas.

Así que deja todo lo que sabes, llévate solo lo que sientes.


Se trata de eso. De tratar de comprender sin saber, de sentir y no pensar. Para eso debe servir la música. Para volar. Dentro primero y fuera otra vez.

Alguna otra voz desde lejos.

Los hombres sabios están todos locos, ¿qué hacer?

El sol se pone en llamas mientras la ciudad arde. Otro día se va mientras la noche vuelve.

Y te llevo en mi corazón mientras las cosas se derrumban.


Si quieres escuchar, habla directo a cada corazón. Dice cosas que todos podemos entender. Sabe de personas, tal vez porque nunca ha dejado de ser una persona. Tal vez porque sabe leer en los ojos de las personas. De toda la gente que he leído y escuchado, creo que nadie me ha llegado tan dentro en cada palabra. No he visto nunca a nadie con una capacidad tan enorme de captar los sentimientos de la gente en cada una de las canciones que escribe. Tampoco he dedicado nunca a nadie tanto tiempo. No se trata solo de música.

Miré sus caras, todos eran unos completos desconocidos para mí.

Todo el mundo tiene un vecino, todo el mundo tiene un amigo, todo el mundo tiene una razón para volver a empezar.


Cuando te encuentras algo así, un regalo como este, poco hay que puedas decir, supongo. Te dedicas a escuchar y a agradecérselo a la vida, o a dios, si crees en dios. Agradeces las cosas buenas, las que te hacen sentir bien. Esta música me hace sentir bien. No sé el motivo y no me importa saberlo. Me basta con sentirlo.

El primer nudo en la garganta, el primer día que escuché:

El latido de tu corazón
El latido de tu corazón
El latido de tu corazón
El latido de tu corazón
El latido de tu corazón
El latido de su corazón
El latido de tu corazón




23 septiembre 2007

Manda huevos

Estos días me cuesta mucho escribir para el blog (o lo que es lo mismo, escribir sin más).

El motivo es el siguiente: cuando abrí esta libreta, mi idea era evitar en lo posible hacer algo excesivamente personal. Todos los que pasáis por aquí con mayor o menor frecuencia sabéis que he fracasado en este intento pero, aún así, sigo procurando no ser demasiado egocéntrica, ombliguera, y a fe que, aunque no lo consigo, podría hacerlo mucho peor, circunstancia de la que me siento orgullosa en una medida bastante limitada, pero indudable.

Dios, qué párrafo.

Lo que quiero decir es que ya sé que hablo de mí misma, pero tendríais que ver lo que haría si no ejerciera una potente autocensura.

Me jode.

Y últimamente solo se me ocurre escribir sobre las tonterías obsesivas que me preocupan personalmente. Con eso de "personalmente" quiero decir en mi penoso fuero interno: hablo de las preocupaciones diminutas de persona insignificante, preguntas imbéciles del tipo "por qué la gente no contesta los correos" o "qué es lo que realmente busco en mis relaciones personales". Cosas de este palo. No lo soporto.

Intento, ya que soy consciente de ser una persona con múltiples facetas e inquietudes, volver mi vista hacia otros temas, como el estupendísimo libro que estoy leyendo, alguna noticia interesante en el ámbito deportivo, la penúltima película que he visto o mi opinión sobre el extraño clima de este verano, por mencionar algunos temas manifiestamente frívolos, pero soy incapaz. Todo se me vuelve pensar por qué cada noche que salgo regreso a casa con una sensación de fracaso y aburrimiento, por qué hablo sola cada vez a mayor volumen o por qué espero de las personas cosas que no me quieren dar.

En fin. Que hasta me he planteado suspender mi suscripción a internet y tomarme un descanso, alejarme de todo mundanal ruido hasta recuperar a esa K que de una forma incomprensible se me está desvaneciendo, eclipsada por pensamientos circulares que por definición no llevan a ninguna parte.

Leía esta mañana a alguien que afirmaba que es posible llegar al conocimiento de uno mismo. Yo, en este momento, discrepo profundamente de esa afirmación. Al menos en lo que a mí respecta.

Cuando llego a ese punto, a ese "en lo que a mí respecta.", me quedo sin saber qué más decir. Y también me quedo con la sensación de que lo escrito no está cerrado, no acaba, no tiene conclusión.

Me gusta, por una parte, ver que sigo mirando cada texto que escribo aquí como una especie de artículo que debe tener un remate claro, de modo que lo que no es más que un desvarío onanístico sigue siendo considerado por una parte de mi mente como una especie de obra literaria con entidad propia. Supongo que es una buena señal: aunque hago una confesión que, sin parecerlo, es bastante dolorosa, sigue presente la parte fría que considera una redacción de este tipo como un ejercicio estilístico más.

Así que supongo que mi yo creativo, la K que escribe por el puro placer de escribir, todavía no ha muerto. Está de parranda.

Ahora sí.

20 septiembre 2007

Un poema

Lo escribí hace tres años, entonces mis circunstancias eran otras. Yo solo escribo poesía cuando tengo que soltar presión, aunque me da vergüenza llamar poesía a esto. En fin. No quería irme a la cama hoy sin dejar aquí algo nuevo (aunque sea viejo).



Te regalo el viento que me despeina.

Todas las letras que no escribo.

(You kiss my lips)

Conozco un lugar donde sonreír es gratis.

Y sé, aunque rara vez lo digo, que el amor no es real.

No te lleva. No te elige.

Sé que en límite de una hoja de papel no cabe el mundo.

No sé para qué he venido.

Tumbada sobre las flores pienso en las miles de razones para irme.

O para quedarme. No me voy ni me quedo.

El polvo de la encrucijada esconde fantasmas que quieren ser héroes.

En un mundo de perdedores el que alarga la mano agarra el premio.

No hay nada imposible.

Y yo no quiero nada.

14 septiembre 2007

Correr

Estoy en un buen momento de mi vida.

Es la primera vez en que es mayor la esperanza que el miedo.

Es la primera vez que tengo la sensación de que todo va a salir bien.

Es la primera vez que siento confianza.

Estoy empezando a sentirme a gusto en mi piel.

Sé que la vida me depara momentos muy malos todavía.

Pero sé que la vida me depara momentos muy buenos todavía.

Miro de frente y veo un horizonte despejado.

Y aún así, está toda la ansiedad.

Está toda la insatisfacción.

Está el hambre.

Está el deseo.

11 septiembre 2007

Entender

Hay muy pocas cosas que tengo claras de verdad. Pero hay una que tengo clarísima. Tanto que creo que, aparte del hecho de que la muerte nos llevará a todos algún día, es lo que más claro tengo de todo: las personas no nos entendemos.

Las personas no nos entendemos.

Yo, particularmente, no entiendo a casi nadie. Así, a priori, digo. No entiendo por qué la gente se comporta de determinadas maneras, no entiendo por qué dicen determinadas cosas.

Puedo llegar a entender algo si me lo explican, es decir, si consigo ponerme, aunque solo sea un momento, en la piel del otro. Al menos siempre permito que me expliquen lo que no entiendo. Otra cosa es que me lo quieran explicar, pero ahí ya entramos en terrenos que no entiendo: los otros.

Voy a poner un ejemplo tonto. El señor A va conduciendo por la calle y le pita exasperado a otro conductor que va a 20 por hora delante de él. Al cabo de 50 metros, se pone a 20 por hora: ha llegado a su casa y busca dónde aparcar. Y se caga en la puta madre de quien, detrás de él, exasperado, le pita.

A mí, la verdad, no me parece normal. Lo que no quiere decir, por supuesto, que no haga exactamente lo mismo cada vez que tengo ocasión. No entiendo a la gente y la mayor parte de las veces, además, me olvido de intentarlo.

Otras veces lo intento, de verdad que lo intento. Hago cábalas, suposiciones, me planteo hipótesis. Me pasa mucho, por ejemplo, cuando me hacen daño, o cuando oigo a alguien criticar a alguien. Intento dar a entender al que critica que en realidad lo que pasa es que no entiende al otro. Que no está dentro de sus zapatos y no sabe los motivos que le impulsan.

"La ignorancia", decía un novio que tuve, "es muy atrevida". Y es cierto. Nos creemos poseedores de la verdad, nos creemos que sabemos. Sacamos conclusiones enormes de datos diminutos. Juzgamos y sentenciamos con una frivolidad aterradora. Es aterradora porque, aunque nunca lo pensamos, sabemos que también somos víctimas de esos mismos procedimientos, y no solo ejecutores.

Bueno, las cosas son así.

Pero que sepas que no te entiendo.

07 septiembre 2007

Currículum Vitae

La vida da muchas vueltas. Tantas vueltas da que, en este ordenador desde el que escribo siempre (y desde el que me asomo al mundo, dicho sea de paso), ni siquiera tengo mi currículum.

Resulta que tengo que enviar mi currículum por si acaso. Es decir, un poco vuelta a empezar, solo un poco, no es lo mismo que el otro millón cuatrocientas mil veces que lo he enviado. Esta vez es más bien, "sobrina, aquí mi amigo te puede contratar, si ves que tal, manda tu currículum". Nada que ver, ya entendéis.

Pues a buscar. Al final se me ocurre que tal vez en la bandeja de enviados de yahoo haya alguno. Y sí. Menos mal. Porque si tengo que volver a confeccionarlo me pego un tiro.

Y añado los dos últimos trabajos que he desempeñado. Como soy así, de natural prolijo, pues lo explico todo. Me planteo si cortarlo para que no mida tres páginas. No sé qué coño hacer. Tanto que lees cuando buscas trabajo sobre el currículum tal y cual, y al final encuentras o no encuentras trabajo independientemente del número de páginas que tenga el puto currículum.

Y, la verdad, si el encontrar trabajo tiene que depender de un imbécil que cuenta las páginas del currículum para saber si la persona le interesa o no, en lugar de leerlo, pues ese trabajo, en fin, que se lo meta por donde le quepa. Aunque si no hace falta un curri de tres páginas para desempeñarlo, probablemente le cabe en cualquier sitio.

Que no. Que la reflexión de hoy iba por el tema de que lo ves crecer, como un hijo. Cuando sales de la carrera te matas a poner todas las chorraditas que has hecho, las practiquitas, los seminaritos, la vez que fuiste script en el corto de tu colega Víctor. Te devanas los sesos buscando mierdecitas que poner que le den algo de relumbre a esa cosa tan esquelética.

Y ahora lo miras y dices… "joder, ese primer trabajo que fueron dos meses de sustitución de mi prima en la recepción del despacho del abogao… ¿lo dejo o lo quito?" Porque casi te da hasta vergüenza, con el orgullo con el que lo pusiste la primera vez. Y lo dejo. Por respeto a la chavala acojonada que veía cómo el mundo se le venía encima como un puto tsunami. Que ha llegado hasta aquí.

Aunque "aquí" tampoco sea muy lejos.

06 septiembre 2007

Extremos

¿Se puede ser soñador y cerebral a la vez?

05 septiembre 2007

M., te quiero

"Ya le digo yo, que tiene un estilo que está a medio camino entre Britney Spears y Marifé de Triana. Que un día va con unas pintas que parece el cantante de Kortatu, que solo le falta cagarse en dios, con los vaqueros a la vena y las converse de calaveras y las camisetas de anarkía, anarkía y antiglobalización, y la palestina pa rematar, y al día siguiente te la ves con una minifalda de punto y con un pompón colgando..."

"Cuando llega el invierno y te empieza a dar la pereza... y entonces te vas a Zara y ves unos zapatos monísimos, pero monísimos, monísimos, y te coges un vestido y te lo pruebas todo, sin medias ni nada, porque has ido en pantalones, y apareces enfrente del espejo con esas piernas de Macario... y te dices, va a ser que es todo precioso, pero hoy no me veo... no me veo..."

Menos mal que todavía hay gente capaz de hacerme llorar de risa.

03 septiembre 2007

Necesito una revolución

Uno de los libros que estoy leyendo ahora (empecé ayer, no voy a hacer una crítica literaria) se titula Moteros tranquilos, toros salvajes, y lo ha escrito Peter Biskind. Al parecer trata sobre la década prodigiosa del cine de Hollywood que, como todo buen cinéfilo sabe, es la de los 70. En la introducción hace un resumen de la situación antes y después de la aparición de aquel grupo de jóvenes que llegaron rompiendo todos los moldes: Scorsese, Coppola, Kubrick, Spielberg o Lucas, por nombrar solo a los más famosos de entre los directores.

Como todavía estoy en la preproducción de Bonnie and Clyde no voy a emitir ninguna opinión sobre este ensayo por ahora. Entonces para qué coño estoy escribiendo esto.

En fin. Es que se me ocurre mientras leo que el cine necesita un buen meneo como el que le dio aquella gente en aquel tiempo. Y que ahora no hay lo que tiene que haber para que eso suceda. No hay creatividad en aquel lado, no hay valor en los que toman las decisiones, y tampoco, probablemente, hay un público de este lado que respalde una revolución de ese calibre, aunque el tópico más manido reza con razón que lo que el público quiere es siempre un misterio.

Pero después miro a la televisión y pienso que tal vez es ahí donde está la esperanza. Bueno, no miro la televisión sino el ordenador, reconozco que lo pienso viendo Boston Legal en streaming (qué invento), que no es precisamente una serie revolucionaria en apenas ningún aspecto (es una heredera directa de Ally McBeal) pero es divertida, tiene buenos guiones, algunas buenas interpretaciones y una producción cuidada y tiene mucha, mucha calidad.

Se me ocurre que el futuro, la revolución, la alternativa, está en Los Soprano, en A dos metros bajo tierra, en 24, en Perdidos, en Dexter… La televisión está cambiando. Nosotros, los espectadores, también. Decía el otro día Hernán Casciari en Espoiler que el concepto de espectador ha cambiado. Estamos dejando de ser un ente alienado y descerebrado que se traga lo que la pantalla escupe, para pasar a ser personas que deciden lo que quieren ver y por qué lo quieren ver y que no comen mierda solo porque es lo único que hay. La mierda ya no es lo único que hay.

Esta tarde he mirado la cartelera de los multicines de Ponferrada porque no sabía qué hacer con mi tiempo. La oferta era la siguiente (no me voy a tomar la molestia de enlazar nada con imdb, como supongo comprenderéis):

Bratz,
Death Proof (Grindhouse),
Doraemon y el pequeño dinosaurio,
Dos días en París,
El club de los suicidas,
El ultimátum de Bourne,
La última Legión,
Locos por el surf,
Los Simpson: la película,
Los 4 fantásticos y Silver Surfer,
Ratatouille y
Sigo como Dios.

Reconozco que Tarantino llamaba mi curiosidad, pero no para hacerme media hora en coche.

No sé si se entiende lo que digo.

30 agosto 2007

Arranque de impotencia

Al final nunca resulta como esperas.

Cuando te planteas una situación posible, cuando imaginas una escena, en tu mente están todos los detalles. Cómo será, qué personas habrá, cuáles serán los pasos, las circunstancias, cómo te comportarás, cómo te sentirás, las palabras que dirás, cómo se cruzarán las miradas, si llorarás, si se te pondrá la piel de gallina.

En un caso como el mío, penosa cineasta mental, incluso hay montaje: planos generales, planos cortos, ángulos y movimientos de cámara, iluminación. Pero supongo que esa es otra historia.

Y después, en el caso poco común, las más de las veces inesperado, de que esa escena se produzca realmente, siempre hay cientos de detalles insignificantes que no habías tenido en cuenta, minúsculas realidades con las que no contabas. Buenas, malas, inclasificables, sorprendentes.

Por eso es mejor no hacer demasiados planes, no tener grandes (tal vez ni siquiera pequeñas) expectativas.

La vida viene y te lleva por delante, y esa es la única certeza.

27 agosto 2007

34

Estoy de vuelta (más o menos), lo que significa que ya tengo el ordenador conectado y mis ojos se volverán hacia la pantalla, y mis dedos a las teclas (ya echaba de menos este sonido) con más asiduidad.

De todas formas, sigue siendo verano aunque llueva, sigue habiendo gente en la calle a la que ver y con la que cenar, estas cosas que son más bien excepcionales y que hay que aprovechar mientras suceden.

Y... ooooh, es mi cumpleaños.

Un máis. Aí estamos.

13 agosto 2007

...

Que me voy de vacaciones y no aviso a nadie. Descanso, sobredosis de familia, reencuentro con esos amigos que te duran desde la infancia a pesar de que solo los ves una vez al año (o tal vez precisamente por eso).

En pocas palabras, grandes comilonas, algo de música, olvido de las cosas que no van tan bien, disfrute de unas vacaciones únicas en su especie...

En fin, lo que quiero decir es que no me he ido del todo. Y que sigo viva, por si alguien se lo preguntaba...

28 julio 2007

Ingmar Bergman

He sentido cierto afecto por estas personas mientras me ocupaba de ellas. Han sido bastante contradictorias, a veces preocupantemente pueriles, a veces bastante maduras. Dicen muchas tonterías, a veces exponen algo juicioso. Son temerosas, alegres, egoístas, tontas, buenas, sensatas, abnegadas,afectuosas, irascibles, indulgentes, sentimentales, insoportables y adorables. Todo revuelto.

(Del prólogo a la edición de sus guiones Saraband y Secretos de un matrimonio, Tusquets, febrero 2007.)

Espero que su vida haya sido plena. Y que descanse en paz.

(Esas cosas.)

27 julio 2007

Bukowski

y levanto los ojos hacia la ventana y pienso,
ya no sé dónde estás,
y sigo andando y me pregunto adónde
va la vida
cuando se detiene.

*****************

y salió, estaba oscureciendo pero la dejé irse
uno aprende cuándo dejar que una mujer se vaya si quiere conservarla
y si no quieres conservarla la dejas irse de todos modos
o sea que siempre es un proceso de dejar que se vayan, por lo uno o lo otro

24 julio 2007

Tunnel of love

El otro día conducía escuchando Tunnel of love, el disco de Springsteen que más veces ha sonado a lo largo de mi vida. Bueno, probablemente a estas alturas ya sea el disco que más ha sonado, en general. Y pensé que nunca había hablado de él aquí y que tal vez era el momento.

Todas las personas que conozco a quienes les gusta Springsteen tienen un disco preferido. Con el tiempo incluso he llegado a jugar a adivinar la edad de la gente por su disco del alma de Springsteen. Lo normal es que sea el primero que escuchaste, de modo que suele coincidir con "el disco que salió al mercado cuando yo tenía 13-15-17". Todos los discos de Springsteen llegan al alma, si los dejas llegar. Así que el favorito suele ser el primero que lo consiguió.

El mío, entonces, es Tunnel of love. Es de 1987. Por lo tanto, yo tenía 14 años cuando salió al mercado. Me gustaba ver en la tele un programa de vídeos que ponían los sábados. Era el único contacto con la música del mundo exterior que yo tenía por aquel entonces. La cultura no era el fuerte de mi pueblo (tampoco ahora lo es, pero algo hemos avanzado). Las únicas revistas que podías encontrar sin problemas eran Pronto y Superpop. Las cuatro Fotogramas que llegaban al kiosko se vendían el mismo día que llegaban, conque, si no andabas lista, te quedabas sin ella. Bueno. El caso es que aquel sábado, en la lista de éxitos, estaba Brilliant disguise.

Bruce sentado en una cocina, con una camisa a cuadros remangada, sentado con su guitarra. Un plano secuencia, un lentísimo travelling y nada más. Solo la música.



No quiero extenderme mucho. Tunnel of Love fue mi puerta a Bruce Springsteen y siempre será el disco que escucho cuando no sé qué disco escuchar, el disco que pongo cuando las cosas no van bien, el disco que llevo encima cuando todo va de puta madre. El Disco que Escucho.

Las canciones de este disco giran todas alrededor de un mismo grupo de ideas: hacer lo correcto, sobreponerse a los errores o a los golpes, mirar atrás con la mayor serenidad posible. Y el amor, de todas las maneras posibles, en su dolor, en su alegría, en su esperanza, en su miedo, en su deseo.

Los entendidos conocen mejor que yo las circunstancias concretas en las que fue creado, esas cosas de la ruptura con su anterior esposa, el inicio de su relación con la mujer que todavía hoy le acompaña: el dolor de la pérdida unido a la esperanza del nuevo comienzo.

Es un disco que se grabó, según tengo entendido, no soy una experta, con pocos medios, en casa, sin la E Street Band, en la intimidad y la soledad. Y desprende todas estas cosas en cada canción y en cada verso. Y yo creo que me gusta tanto por ese gusto tan tonto que tengo por las cosas pequeñas.

Una frase de cada canción, para acabar.

De Ain't got you:

Until I got you in my arms I can't be satisfied. (Hasta que no te tenga entre mis brazos no podré estar satisfecho.)

La satisfacción solo depende del deseo. Si el deseo no se suspende, la satisfacción no llega jamás.



De Tougher than the rest:

I learned you get what you can get. (Aprendí que consigues lo que puedes conseguir.)

No hay más cera que la que arde. La opción es: ¿eres fuerte? ¿estás preparado?



De All that heaven will allow:

'Cause I got something on my mind that sets me straight and walkin' proud. (Porque hay algo en mi mente que me hace enderezarme y caminar orgulloso.)

Eso es lo que nadie puede quitarnos, nunca, bajo ninguna circunstancia, lo que nos hace mantenernos en pie cuando todo se derrumba, lo que nos ayuda a ser quienes somos.



De Spare parts:

Sometimes my whole life feels like one big mistake. (A veces toda mi vida parece un gran error.)

Esa sensación que nos ataca a veces, ¿es que no he hecho nada bien? Pero hay que sobreponerse y seguir caminando, e intentar hacer lo correcto, hacer lo correcto, una y otra vez.



De Cautious man:

On his right hand Billy tattooed the word love and on his left hand the word fear, and in which hand he held his fate was never clear. (En su mano derecha Billy tatuó la palabra amor y en la izquierda la palabra miedo, y nunca quedó claro en qué mano había puesto su destino.)

Siempre nos debatimos entre esos dos sentimientos, ¿no? El amor y el miedo son el motor y el freno de nuestros coches.



De Walk like a man:

And I'll keep on walking. (Y seguiré andando.)

Es todo. Pase lo que pase, seguiré caminando.



De Tunnel of love:

You've got to learn to live with what you can't rise above. (Tienes que aprender a vivir con aquello que no puedes superar.)

Esta es la frase del millón. Una de esas leyes no escritas que es mejor aprender cuanto antes.



De Two faces:

One that laughs, one that cries, one says hello, one says goodbye, one does things I don't understand, make me feels like half a man. (Una que ríe, una que llora, una dice hola, una dice adiós, una hace cosas que no puedo comprender, me hace sentir como medio hombre.)

Nunca soy yo del todo. Siempre hay una cara oculta que no puedo mostrar. O que no aparece cuando la necesito.



De Brilliant disguise:

So when you look at me you better look hard and look twice; is that me, baby, or just a brilliant disguise? (Así que cuando me mires, mejor mira bien y dos veces; ¿soy yo o solo un brillante disfraz?)

¿Qué es lo que ves cuando me miras? ¿Alguna vez nos quitamos la máscara?



De One step up:

When I look at myself I don't see the man I wanted to be. (Cuando me miro no veo el hombre que quise ser.)

Todos esos sueños, todo lo que pensábamos que era la vida, que iba a ser la vida. Cogeremos prestada la gastada frase de Lennon (¿era de Lennon?): la vida es lo que ocurre mientras te empeñas en hacer otros planes.



De When you're alone:

Nobody knows honey where love goes but when it goes it's gone gone. (Nadie sabe, cariño, dónde se va el amor, pero cuando se va, se ha ido.)

Aquí me vienen a la mente los versos de Bécquer: los suspiros son aire y van al aire / las lágrimas son agua y van al mar / dime, mujer, cuando el amor se acaba / ¿sabes tú adónde va? Si es que en el fondo soy una sentimental.



Y deValentine's day:

They say he travels fastest who travels alone but tonight I miss my girl, mister, tonight I miss my home. (Dicen que viaja más rápido el que viaja solo, pero esta noche echo de menos a mi chica, señor, esta noche echo de menos mi casa.)

Esta frase la aplico a mi propia vida en este momento. Caminar sola es una opción. Pero algunas noches…


share your files at box.net

Y, como diría Forrest, that's all I have to say about that.

(Aunque, si lo escribiera dentro de un mes, un año, o si lo hubiera escrito hace un mes, un año, diez años, veinte años…)