A la mierda primavera
¿Alguien entró aquí la primera vez pensando que encontraría algo distinto a lo que realmente había por culpa del nombre del blog? Larga pregunta para dos posibles respuestas: "sí" o "no".
La cuestión de las apariencias. Siempre vamos a ver algo que no hay en el otro. Lo que el otro parece condiciona nuestra conclusión sobre él. Por lo menos, la inicial.
También hay otra parte, la parte contraria, que es lo que enseñamos y la diferencia fundamental entre eso y lo que de verdad somos.
Hay un anuncio ahora en la tele. Siempre me fijo en los anuncios y rara vez en el producto. Éste transmite una idea muy simple: "en casa eres tú mismo", o algo similar. Aparece un chaval muy duro, con su chupa de cuero y tal, en el cuarto de baño de su casa; la cámara se dirige a un cepillo de dientes con un osito; en el siguiente plano el chaval sale del baño vestido con un pijama amarillo de muñequitos.
Pues algo así. Intentamos parecer lo que querríamos ser, de algún modo conseguir serlo por medio del infantil ahnelo de que los demás crean que lo somos. O a veces ocultamos lo que somos, en el también infantil anhelo de que sólo lo descubran las personas que realmente se quieran acercar a nosotros.
Desde el día que registré el blog pensé que la frase "Cuentos de herida y caricias" iba a echar para atrás a más de un posible lector, como cuando uno no se acerca a hablar con una chica porque lleva un jersey de color rosa chicle y de ese dato concluye que la tía es idiota. Siempre me ha gustado el color rosa, por cierto.
Pues a veces el jersey es, por ejemplo, rojo y blanco, y uno no se da cuenta hasta que se acerca. Las apariencias engañan.
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(Estaba encerrao para no ver a nadie. Abrí una rendija para oír el aire y oí 'Ven pacá, cagoendió', yo creí que eras tú. Aullaron los vientos con su escandalera, 'No veas, compadre, la que hay aquí afuera', 'No quiero saberlo, llevároslo todo, dejadme en silencio'. Dejadme que os cuente mi cuento de herida y caricias, mi historia de nadie, mi nana del hambre, todas mis mentiras. Tal vez embelese y te bese cortándome a tiras. Si buscas deslumbre y encuentras alambre será que descuidas.)
Una guitarra distorsionada, un tipo que fuerza la voz destrozándose la garganta, un envoltorio de papel albal arrugado que esconde algo que a mí se me parece mucho a la poesía.
(No sé nada de correr, no sé nada de ascender, de esta mierda de arcoiris, del cigarro de después, no sé. Si la vida pasa en cueros, castigao a la pared. No sé nada de aguantar, no sé nada de achuchar, de ponerme de rodillas, de llorar para mamar, no sé. En cuanto acaben los tiros, garabatos al papel. Que si me quedo con los dientes relucientes y embarrao el corazón, tu tictac y el mío son el mismo son, y eso sí que no...)
Ritmos pasados de moda, melodías que suenan a hace diez o veinte años, rocanrol de ése que ya no se hace... Música.
(Voy entrándole al día y al salir le dejo la alfombra de mierda perdía, que no se le olvide el planeta en que vive. Y otra vez a la acera, y así me da la mañana y la tarde y la noche entera... y a la mierda primavera.)