Lost (ahora sí)
Mis alumnos se rieron de mí en la cuarta o quinta clase que tuve con ellos porque siempre (todos los días y en todas las clases) la nombraba y la ponía de ejemplo para algo: la forma espectacular en que los diez primeros minutos del episodio piloto presentan una situación, unos personajes y una línea de expectativas; el uso sabio y dinámico del flash-back; los dilemas en los que se encuentran los personajes; la forma en que las experiencias modelan nuestros comportamientos futuros y hasta nuestro carácter.
Pocas personas de mi círculo la siguen. Si la nombro entre mis conocidos, mis amigos o mi familia, todavía me miran como siempre, como si fuera un poco rara. Pero esta serie es más que una serie. Estamos ante un fenómeno mundial. Y, para bien o para mal, yo formo parte de este fenómeno.
Porque soy fan. Declarada, rendida e incondicional. Me gusta, la sigo devotamente, he visto varias veces todas las temporadas y tengo varias listas de preguntas, de las que sé que algunas jamás tendrán respuesta. Le perdono los fallos de tramas, de personajes, las incoherencias o las contradicciones. Las a veces cansinas ambigüedades y el exceso de cliffhangers. Emulando a John Locke y para variar, I’m a believer.
Lost nació con un plazo preestablecido de fin. Desde el principio se sabía cuántas temporadas tendría y cuándo exactamente iba a acabar. Se ha dedicado a hacer preguntas y establecer misterios, resolviendo muy pocos. Muchos espectadores esperan con el alma en vilo a que J.J. Abrams y Carlton Cuse, los responsables del invento, se cubran de gloria o se estrellen en el infierno del descalabro argumental.
Varios países del mundo emitieron el primer episodio de la sexta (y última) temporada la noche del 2 de febrero. En un récord de la televisión en España, Fox emitió ese mismo episodio doblado (y en versión original subtitulada) una semana más tarde, el 9 de Febrero, a las 21.30, y Cuatro a continuación, a las 22.15. Esto ya es un hito. El tiempo récord para subtitular y doblar la serie en España es una demostración de que esta serie ha supuesto el inicio de una revolución para la forma de ver televisión.
Lost fue la serie que provocó la avalancha de descargas de series en todo el mundo, amén del subtitulado y la traducción amateurs para un público global. A partir de esta, poco a poco todas las series, americanas y no americanas, y sus subtítulos en todos los idiomas imaginables se fueron progresivamente poniendo a disposición del público del mundo entero.
La audiencia, gracias a la confluencia de televisión e internet, empezó a ver televisión de verdad “a la carta”: en el idioma elegido, en un horario conveniente y la cantidad de veces que quisiera. El público español, desde luego, aprendió a diferenciar entre las diferentes “temporadas” de una serie. A seguirla en orden cronológico. A comprender las series como obras audiovisuales completas, respetables y, desde luego, en muchos casos, con una alta calidad artística, narrativa y dramática.
Esto, sin olvidar las muchas webs (la imprescindible Lostpedia, la divertidísima Post Lost, la más sesuda y genérica Espoiler) que tratan el asunto desde todos los puntos de vista posibles, más los innumerables foros, los blogs temáticos, las teorías (que jamás leo), las recopilaciones de libros, y los miles de sitios que no conozco y que nunca he visto ni veré. Por no dejar de mencionar los juegos online que resultaron ser un éxito (también internacional).
Ya lo he dicho: esta serie es mucho más que una serie, es un fenómeno. Y no lo digo porque sienta que tenga que justificar una pasión (en el momento en que puedes hacer eso, deja de ser una pasión). Ni porque sienta que estoy sola en una afición (ni es la primera vez ni será la última, y esta soledad es más que relativa en cuanto me asomo al mundo a través de una pantalla de ordenador).
Lo digo porque en los cinco años de su desarrollo, he visto cambiar el mundo. De una forma perceptible, tangible, gracias a ella. Y esto es mucho más de lo que muchos eventos culturales mucho más pretenciosos podrán decir jamás.
Para cerrar, la presentación de un personaje. Uno de los momentos más emocionantes de la serie: un hombre solo que salva el mundo cada 108 minutos. Y que, de repente, ya no está solo más.