23 febrero 2010

Madrid (otra vez)

No sé qué sería de mí si no pudiera volver a pasear por las calles de Madrid. La ciudad que me dio la primera luz (la del Hospital Clínico). En la que viví, trabajé, luché, disfruté y sufrí tantos años, no los mejores años. Los mejores son estos, siempre. Pero pocas cosas me gustan más que volver a Madrid, saber que existe. No hay nada mejor que decidir, entre los múltiples números de teléfono, cuál marco. A quién aviso.

La fascinación, cuando me acerco, de esas cuatro moles que han cambiado para siempre la fisonomía lejana de la ciudad, su silueta recortada contra el cielo. Qué bonita palabra inglesa, skyline. Desde niña he sentido como algo especial el hecho de acercarme a Madrid, verla acercarse y crecer y por fin entrar en el bullicio del tráfico. Hay un momento, poco después de Torrelodones, en que siento que ya he llegado aunque queden al menos 20 minutos para cualquier lugar en el que haya de parar.

Sol, siempre Sol, Preciados o Carmen y Callao (ahora puedo gastarme cien euros en la fnac, cuánto deseé poder hacer algo así), Carrera de San Jerónimo hasta Recoletos y el Paseo del Prado, Huertas abajo. Otras veces por la calle Arenal hasta Ópera (donde siempre he querido vivir), el Palacio Real, los Jardines de Sabatini y bajar hasta la Cuesta de San Vicente, aunque hace años que no llego hasta lo que antes era la estación del Norte y ahora creo que es un centro comercial: al llegar a la Cuesta de San Vicente giro a la derecha y acabo en Plaza de España, donde no solía ir cuando vivía aquí. Cada año algo ha cambiado: hicieron peatonal la calle Arenal, por ejemplo; este año las interminables obras en Sol habían acabado, ya no estaban las sempiternas vallas y la estatua del Oso y el Madroño había cambiado de lugar. La ciudad cambia, crece y evoluciona como los ojos que la miran.

A veces siento una nostalgia feroz de Madrid. Casi llego a desear haber elegido el camino que me hubiera permitido llevar allí la vida que siempre quise, y que no es la vida que llevan la mayor parte de mis conocidos. Una vida sin atascos, sin buscar aparcamiento, sin el metro en hora punta, sin dos horas de desplazamiento a cualquier parte, sin estrecheces económicas, con un ático blanco y luminoso, con cine y cañas y tapas y cenas los viernes y visitas a exposiciones y paseos por el jardín Botánico. Una vida que no sería la vida normal de Madrid.

Como casi siempre en todo lo que amo, amo la imagen que tengo de ella y no lo que ella es realmente. Amo lo que quisiera que fuera, la posibilidad, el sueño. La potencia y no el acto (esta mañana me acordé de Aristóteles y aquí está, ayudándome a escribir esta tontería).

Madrid me dio el cine. Algunos de los mejores amigos que tengo, las historias de amor más vívidas, las más dolorosas, las que aún laten ahí en algún sitio, marcando el ritmo de mi vida aunque sea a mi pesar.

Madrid, por el momento, es la única ciudad en la que me siento en casa, aunque también siento (casi siempre) el íntimo alivio de irme por la A-6, rumbo a mi verdadera casa, al punto en que mis raíces tiran de mí y me dicen quién soy aunque no siempre me guste, aunque me guste más (a veces) cerrar los ojos y mirar la vida que habría podido tener.

3 comentarios:

jafatron dijo...

Es que es muy fácil soñar con las bifurcaciones de la vida. Y además mola, porque no somos tontos y en los sueños todo nos va bien.

Para mí Madrid sigue siendo esa gran desconocida y la mayoría de los recuerdos están relacionados con aeropuertos y hoteles. La mayoría.

k dijo...

Es cierto, los sueños siempre son a nuestra medida. En realidad, la vida que imagino no es tan distinta de la que de hecho estoy llevando en otra ciudad (salvo por ático blanco).

Para mí, Madrid es una caja enorme de recuerdos. La mayoría, buenos.

NoSurrender dijo...

Madrid es una caja de rutinas, la gran mayoría de ellas no muy diferentes de las que nos pueden atar en otras ciudades. Pero fue un placer romper la rutina con tu visita y cambiar el skyline de esos edificios que parecen dedos desde la distancia por el skyline de una botella de vino sobre la mesa de un bar ;)