31 mayo 2010

Lo que veo soy yo

Here comes the rain



Hoy me voy a poner un poco poética. No mucho, no corras. Solo es que a veces parece que no hay mejor manera de definirte que enseñando lo que tus ojos ven, los lugares o los objetos que te hacen sentirte tú. Se siente como si eso, y no otra cosa, fuera la mejor descripción de ti.

Tormenta



Esto es la tormenta vista de lejos. A veces te sientes así, en posición de ver cómo la lluvia cae sobre los demás mientras tú disfrutas de cosas como:

Nube de algodon



... nubes blancas de algodón que brillan como si el mundo estuviera recién pintado.

La carretera te lleva a cualquier parte ( These two lanes will take us anywhere, digo).

Vista



Bueno, siempre nos quedará el río (... and into the river we'd dive).

Barca, rio, pasarela



En fin... Slàinte!

Guinness



(Más fotos de esa tarde y de alguna otra, aquí.)

29 mayo 2010

Treme

Treme es una serie. Creada por David Simon, el responsable de The Wire, está ambientada en Nueva Orleans tres meses después del paso devastador del huracán Katrina, es decir, en una ciudad destrozada y humillada, pero extremadamente viva, llena de ganas de salir adelante y, sobre todo, llena de música. He visto cuatro episodios y ya no quiero que acabe. Menos mal que después de la emisón del primero, HBO autorizó la segunda temporada.

Nada en esta seria y sincera obra audiovisual es escapismo. En ningún momento busca contemporizar. No es complaciente. Los personajes son sinceros, cáusticos y groseros en sus críticas. Se nos expone una verdad: cómo el sueño americano a veces es una puta mierda. Y sin embargo se las apaña para ser puro entretenimiento.

Nada de lo que pueda decir yo va a servir para nada. Es mejor la imagen, el sonido, el ambiente y el espíritu de Nueva Orleans a través de la pantalla. Sé que a veces (o sea, siempre) son un coñazo estos post llenos de youtubes, pero esto es un favor personal que pido a mis siete lectores: si tenéis unos minutos, dedicádselos. Yo creo de verdad que merece la pena.

Primero, John Goodman. Su personaje, Creighton Bernette, indignado por lo que está pasando en su ciudad, se convierte en uno de los primeros usuarios de Youtube. Sus sapos y culebras no tienen desperdicio. Es versión original, no he encontrado subtítulos, pero os pongo debajo la traducción de lo que dice:



"El Mardi Gras post-Katrina estimula un nuevo debate".

Ay los hijos de puta...

Hola, ¿Youtube? Soy Creighton Bernette, de Nueva Orleans. Sí, aún estamos aquí... Solo quiero deciros algo a todos los que estáis intentando decidir qué hacer con nuestra ciudad. ¡Chupádmela! Decís: "¿por qué reconstruirla?" Yo digo: "¡Que os jodan!" Reconstruisteis Chicago después del incendio; reconstruisteis San Francisco después del terremoto. Dejadme deciros algo: cualquier puta cosa buena que haya en Chicago ha venido de cualquier otro sitio; y San Francisco es un sumidero sobrevalorado con colinas. Para Houston y Atlanta: puedo decir... lamedme los huevos peludos. Os llevasteis a miles de nuestra gente pero, ¿sabéis qué?, todavía sois una mierda. Tenemos nosotros más cultura en un barrio que vosotros en todas vuestras patéticas zonas residenciales juntas. Para Nueva York: que os jodan también. Os ataca un puñado de putos fundamentalistas jilipollas... ¡y el dinero federal os llueve como pétalos de rosa! ¡Toda nuestra puta costa fue destruida y todavía estamos esperando a que a alguien le importe una puta hostia! Pero queréis dar por perdida Nueva Orleans. Cancelar el Carnaval. Dejadme deciros algo: el Martes 28 de Febrero, dondequiera que cojones estéis todos, será solo otro gris, deprimente, patético y jodido martes. Pero aquí abajo... será Mardi Gras. FUCK YOU, YOU FUCKING FUCKS!


Sin palabras.

Después, Antoine Batiste, trombón sin trabajo que vive a salto de mata (interpretado por Wendell Pierce, si habéis visto The Wire os sonará su cara): la presentación simultánea de un personaje y la ciudad a la que pertenece. Y la primera música. Play for that money, boys! Play for the motherfucking money!"



Y, por último, la espectacular cabecera. Los americanos sí saben hacer arte de sus miserias:



(¿A alguien más le recuerdan las primeras notas a la mítica cabecera de Doctor en Alaska?)

Hay más personajes, y de todos se podría (se debería) decir algo, porque es una serie coral donde la protagonista, por encima de todas las cosas, es la ciudad, personalizada en sus habitantes. Me ha recordado el chiste de Jon Stewart sobre la música de Bruce Springsteen (cito de memoria): "escuchándole dejas de ser un perdedor: te conviertes en el personaje de un poema épico... sobre perdedores".

Aunque no. La protagonista, por encima de todas las cosas, es la música.

26 mayo 2010

La Isla siempre será mi hogar

No sabía cómo, le parecía que había una extraña armonía en el hecho de empezar unos cereales nuevos, unos que iban a tener un sabor completamente distinto, el día de la emisión del últmo episodio de Lost, como si de alguna manera ese hecho reforzara el otro, el de que empezaba una nueva vida, una vida sin la espera del siguiente episodio o la siguiente temporada.

―Exageras ― se dijo.

"Lo sé", pensó en respuesta. "Ni que importara". Lo sentía así, como si hace unos años hubiera entrado en un período especial que acababa ese lunes, a las 6.30 de la mañana, con la emisión de ese capítulo final.

Tal vez era porque con el principio de Lost había empezado su nueva vida. Recordaba cómo había empezado a ver la serie, en el ordenador portátil, en la habitación prestada por un amigo el año que llegó. Sintiéndose demoledoramente sola. Asustada y sobrecogida por los nuevos retos. Aterrizada por error en un mundo desconocido. Sin nadie que viniera a rescatarla. Así que estos dos comienzos caminaban irremediablemente de la mano.

Lost había sido su compañía, su referencia, el ancla para no sentirse tan aislada. Y al mismo tiempo el elemento diferenciador, un factor más que la hacía sentirse "especial". Y ahora, en pocas horas, acababa. Y la dejaba un poco huérfana, un poco sola otra vez, la dejaba enfrentada al resto de su vida.

―Qué tontería ― se dijo.

Pero, de alguna manera, así era. Sabía que nunca más volvería la inocencia de dejarse enganchar así, de enamorarse de esa forma de un grupo de personajes de ficción. Eso ya había ocurrido y jamás volvería a ocurrir por primera vez. Es tan importante, pensaba, disfrutar convenientemente de las primeras veces. "Se nos escapa tan a menudo la conciencia de lo irrepetible".

El día llegó. Puso el despertador, se levantó y desayunó los nuevos cereales sin darse cuenta de que, después de todo, no tenían un sabor tan diferente. Se colocó delante de la tele y se acordó de sacar una foto, para inmortalizar un momento que sabía importante. Que era importante porque ella así lo había decidido.

Vio el episodio en una nube de irrealidad, provocada, lo sabía, por el hecho de haber dormido tan poco. Por un error de cálculo vio el final pensando que todavía quedaba al menos media hora más. Cuando acabó, simplemente no parecía cierto. Había acabado.

Por la noche, después de pasar el día olvidando progresivamente esa absurda sensación de desamparo, decidió ver una película. Eligió bien: The Purple Rose of Cairo, de Woody Allen, que le contó cómo podía ocurrir que la ficción fuera preferible a la propia vida en ocasiones, el mejor lugar al que mirar. Y que era hermoso enamorarse de personajes de la pantalla porque ellos constituían todo lo que las personas soñaban. Eran bidimensionalmente perfectos.

La ficción se convirtió en ese lugar donde se podía de verdad creer que la muerte no existía, que no era el final. Y comprendió que en eso consistía la felicidad de las historias inventadas: eran el refugio de las personas sin fe.

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El vídeo a continuación es el último episodio de Lost Untangled, titulado The End y contiene spoilers. Os recomiendo toda la serie Untangled para reíros un rato, de vosotros mismos y en general (y me refiero tanto a los "losties" como a los "no losties"). Muy divertido.



Solamente la canción, con subtítulos en español y muy mala calidad de imagen:

16 mayo 2010

Música para vivir

A veces me pregunto si algún hombre de carne y hueso me hará sentir alguna vez lo mismo que algunos hombres de píxeles y bitrate variable.



(Gracias al hombre que me regaló esta canción y casi me hizo pensar que sí.)

13 mayo 2010

Good and Evil

Con diferencia lo más interesante de Lost: como la vida misma, seguimos sin saber dónde colocar el Bien y el Mal absolutos. Si es que de verdad existen.

La ambigüedad es tal que en ningún momento podemos poner la mano en el fuego por ninguno de los bandos. El que gane escribirá la historia.

Nadie está libre de pecado. Nadie tiene de su parte la Verdad ni la Razón. Todos engañan, manipulan, matan. Todos mienten. Todos creen en su objetivo. Todos podrían estar juntos en el mismo lado.



"Para elegir un bando tienes que considerar los dos."

10 mayo 2010

Errores de concepto

De forma discontinua pero recurrente he estado sola los últimos años de mi vida. Es decir, soltera. En general estoy bien así. Solo de vez en cuando echo de menos realmente la compañía de otra persona y a veces (esto tal vez algo más a menudo) echo de menos el sexo (con otro). Pero no tanto como para desear cambiar de estado. Me gustan muchas cosas del hecho de estar sola y, al llevar tantos años, cada vez me estoy haciendo más maniática, adicta a mis parcelas de libertad, a mis costumbres misántropas, a mi total y absoluta independencia y a dormir y desayunar sin que me den el coñazo. Dicen que esto es normal, no sé si lo es o no, pero desde luego a mí me está pasando. Cada vez deseo menos, qué triste, encontrar eso que llaman amor.

El caso es que la sociedad tiende a pensar que si estás sola quieres dejar de estarlo (como primer objetivo en la vida). En muchas ocasiones me he encontrado en situaciones absurdas con personas que parecen creer que quieres cosas que en realidad no saben si quieres. Cosas que, de hecho, no quieres para nada. No das ninguna señal de quererlas (o esa es tu intención). Pero da igual. Hablas de un tipo que acabas de conocer en el grupo de amigos tomando una caña y comentas sobre él cualquier inocente cosa y alguien te responde: "Sí, su mujer también es majísima". Por si no sabías que tenía una mujer. No sea que se te hubiera ocurrido planteártelo como objetivo.

Esto estropea muchas posibles buenas amistades. Hay hombres que parecen pensar que si eres amable y sonríes, es que quieres algo más. Aunque sea de forma sutil, incluso sutilísima, te dejan caer frases que no hay más remedio (paranoica también me estoy haciendo) que interpretar como señales de que no están disponibles. Una referencia de refilón a la novia, a la suegra o al perro. Un comentario inoportuno sobre que no es un buen momento "para hablar". No vaya a ser. A mí a veces me dan ganas de decir directamente: "mira, me caes bien pero no me interesas nada de nada; baja de la puta parra".

No se puede hacer eso porque vivimos en una sociedad civilizada y el otro pondría cara de (y diría) "¡yo jamás he pensado nada parecido!". Ya. Los cojones. Y mientras no lo aclaras (y no lo aclaras jamás), la sombra de "qué estará pensando que quiero" planea como un cuervo sobre cada frase que intercambias.

Tal vez la solución sería inventarme un novio. Calzarme para diario la alianza que me regaló mi primera (y nunca bastante olvidada) pareja-para-toda-la-vida y ver qué tal así. Tengo la sensación de que solo de esa manera dejaría de sentirme como una amenaza latente para los demás.

Después está la parte en que yo pienso lo mismo del 80% de tíos solteros que conozco. A poco que te dicen un día "qué tal si tomamos una caña", saltan todas las alarmas y empiezas a hacer planes de huida. Ay, dios, espero que de verdad solo sea una caña, como quiera algo conmigo me da un mal. Socorro. Y tú misma le pones cortapisas a esas amistades que podrían ser y no llegan a nada porque no dices desde el principio ese consabido, "vale, pero que sepas que no quiero tener novio" que haría que parecieras una amargada y una gilipollas.

06 mayo 2010

Cosas que me hacen feliz

El poulo:



El olor de la hierba recién segada:



Deshojar margaritas:



Comer con mi padre en un restaurante:



Una caña en una terraza (mejor con buena compañía):



Saber que hay cosas así para mirar (además del arte románico):



Esto último no me lo tengáis en cuenta. Es primavera. Y soy del Madrid (aunque me pese). Y lo mejor de tener un blog es usarlo para confesar cosas inconfesables.

04 mayo 2010

Irse de aquí

Maybe if I try to write (como decía la canción… I’m sick of sitting here try to write this book).

Leo a Cielo Vacío. Su relato sobre un coche, sobre irse, con un final un poco inquietante. Me siento identificada con el principio del cuento, con cierta parte del espíritu del cuento, tal vez porque hoy mismo he sentido algo parecido escuchando esta vieja canción mientras conducía hacia aquí (qué videoclip tan malo, por cierto):



Pero en mi caso el “irse” no tiene nada de metafórico. Me muero por irme. Estoy en ese coche y quiero largarme de aquí, poner tierra de por medio, dejarlo todo atrás, todas esas expresiones de película, tópicas y manidas, que siempre he sentido que me reflejaban tanto.

Cuando era niña, creo que esto ya lo he contado por aquí, solía tumbarme en el suelo, en el campo detrás de la casa del pueblo, a mirar el cielo en verano. Justo en ese punto hay un par de rutas regulares de aviones. Cada cierto tiempo, dos o tres veces al día, un pequeño avión metálico atraviesa ese cielo dejando una estela blanca en el fondo azul que tarda un buen rato en desvanecerse. Yo, tumbada allí, en el suelo, sintiéndome diminuta en el ancho espacio y aún más ancho tiempo, deseaba estar en aquellos aviones. Ir dondequiera que fueran. Volar lejos. Fly away.

Hay otra parte de mí que siempre quiere volver. La parte que mandó cuando volví a vivir aquí, la parte que se acuerda de que en ningún lugar estoy más tranquila, equilibrada y controlada que cerca de casa, la familia, mis cosas. Supongo que, como el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, cuando una mitad manda la otra lucha por recuperar su poder. It makes me feel like half a man. A veces.

El caso es que ayer me compré el billete. El que me va a llevar lejos de aquí por un montón de semanas. El que va a hacer una vez más posible que me acuerde, por encima de las nubes, de aquella niña insatisfecha y aplastada contra el suelo que miraba los aviones y quería volar.

Que ha conseguido (en parte, a veces) ser lo que soñó ser.