14 diciembre 2011

Poesía al rescate

if we take

if we take what we can see
the engines, driving us mad,
lovers finally hating;
this fish in the market
staring upward into our minds;
flowers rotting, flies web-caught;
riots, roars of caged lions,
clowns in love with dollar bills,
nations moving people like pawns;
daylight thieves with beautiful
nighttime wives and wines;
the crowded jails,
the commonplace unemployed,
dying grass, 2-bit fires;
men old enough to love the grave.

These things, and others, in content
show life swinging on a rotten axis.

But they've left us a bit of music
and a spiked show in the corner,
a jigger of scotch, a blue necktie,
a small volume of poems by Rimbaud,
a horse running as if the devil were
twisting his tail
over bluegrass and screaming, and then,
love again
like a streetcar turning the corner
on time,
the city waiting,
the wine and the flowers,
the water walking across the lake
and summer and winter and summer and summer
and winter again.

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si tomamos

si tomamos lo que podemos ver
los motores volviéndonos locos,
los amantes odiándose al final;
este pescado en el mercado
que mira para arriba a nuestras mentes;
flores que se pudren, moscas cogidas en la telaraña
disturbios, rugidos de leones enjaulados,
payasos enamorados de billetes de dólar,
naciones que mueven a la gente como peones;
ladrones a la luz del día con maravillosos
esposa y vino por las noches;
las cárceles atestadas,
el lugar común de los parados
la hierba que muere, los fuegos baratos
hombres lo bastante viejos para amar la tumba

estas cosas, y otras, en suma
nos muestran que la vida oscila en un eje podrido

pero nos han dejado un poco de música
y un espectáculo picante en la esquina
un chupito de whisky, una corbata azul,
un volumen pequeño de poemas de Rimbaud,
un caballo que corre como si el diablo le estuviera
retorciendo la cola
sobre forraje y gritando, y entonces,
el amor otra vez
como un tranvía que dobla la esquina
a tiempo,
la ciudad esperando,
el vino y las flores,
el agua atravesando el lago,
y el verano y el invierno y el verano y el verano
y el invierno otra vez.

12 diciembre 2011

Normas, reglas, obediencia

Llevo unos meses pensando en esto. En lo dóciles que somos y en cómo nos plegamos, sin atisbo de rebeldía, a lo que nos dicen que debe ser.

Se me ocurrió en una cola de aeropuerto. Esas tiras de tela atadas a postes de plástico que nos dicen cuántas eses debemos hacer hasta llegar al arco de entrada de la zona de embarque. Hacemos todo ese zig zag, lógicamente, incluso cuando no hay gente. Y si vemos a alguien pasar por debajo de las cintas sentimos una especie de estremecimiento interno porque así no es como hay que hacerlo. Da igual que no exista la necesidad de hacer un recorrido sinuoso en lugar de usar la línea recta: las cintas están ahí y hay que seguirlas.

Es verdad, necesitamos estas normas para mantener al menos una apariencia de orden en el mundo en el que vivimos, para no chocarnos con los demás al andar. Necesitamos un entorno controlado, y qué mejor modo de crearlo que fabricando y obedeciendo normas.

Siguiendo con el razonamiento de las cintas organizadoras de colas, mi siguiente paso fue poner en cuestión las líneas de la carretera, o las líneas imaginarias de las carreteras estrechas. Llega un momento en que ni siquiera necesitamos la expresión física de los límites. Los respetamos por instinto.

El problema es que lo tenemos tan interiorizado que saltárnoslo nos da miedo. Es evidente que a veces, por pura inercia, creamos y obedecemos normas que solo son necesarias en parte. O que son del todo innecesarias. Y estamos tan acostumbrados a plegarnos a esas exigencias que jamás las ponemos en cuestión, no nos peguntamos su razón ni su origen, ni qué pasaría si nos las saltáramos. La cuestión es que muchas, muchas veces, demasiadas veces, no pasaría nada. Nada de nada. Pero el miedo que nos provoca saltárnoslas, o la simple idea de saltárnoslas, nos produce tal infelicidad que simplemente no merece la pena.

Si lo que nos caracteriza como humanos son rasgos como la capacidad de cuestionarnos las cosas o de tomar decisiones individuales, o la creatividad... ¿durante cuánto tiempo vamos a seguir siendo humanos?

19 noviembre 2011

Música que me describe (memememe)

(Gracias, Daeddalus.)

1. ¿Eres hombre o mujer? Suzanne, Leonard Cohen.



2. Descríbete. Lone Wolf, The Eels.



3. ¿Qué dicen las personas de ti? Con esta he tenido una idea... respondan en los comentarios (si lo tienen a bien).

4. ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental? Simple together, Alanis Morisette.



5. Describe tu actual relación. Incomplete and insecure, The Avett Brothers.



6. ¿Dónde quisieras estar ahora? I wish I was in New Orleans, Tom Waits.



7. ¿Cómo eres respecto al amor? Secret garden, Bruce Springsteen.



8. ¿Cómo es tu vida? I won't back down, Tom Petty.



9. ¿Qué es lo que más necesitas? Diga qué le debo, Siniestro Total.

Diga Que Le Debo by Siniestro total on Grooveshark

10. A qué le tienes temor. You're missing, Bruce Springsteen.



11. Una frase sabia. You ain't a beauty but hey, you're alright (and that's alright with me). Thunder Road, Bruce Springsteen.

16 noviembre 2011

Las sonrisas en las fotos

Viajé a París por segunda vez en mi vida en algo así como 1998, con un novio que tenía. Me había cortado el pelo a lo chico, circunstancia sobre la cual tengo una teoría general: cuando una chica joven y más o menos guapa se corta el pelo así, lo interpreto como un síntoma de que en ese momento algo va mal, o no va como debería, casi como un ataque contra sí misma y contra su belleza, una forma de mostrar al mundo, de forma inconsciente, una fragilidad y un descontento que de otra forma no es fácil mostrar.

Bueno. El caso es que de ese viaje a París hay muchas fotos. Fotos en papel a las que eché un ojo rápido el otro día. En esas fotos sonrío mucho, pero no era muy feliz. El chico con el que estaba se empeñaba en que sonriera para la foto, cosa que a mí no me apetecía casi en ningún momento (y nunca frente a la cámara). Pero la frase era: hasta que no sonrías, no disparo. Y yo sonreía, para acabar con aquello. Estoy guapísima en esas fotos (pelo corto incluido).

Aprendí a sonreír para las fotos en aquel viaje. Y ahora lo hago siempre. La gente suele decir que quedo genial en las fotos. Pero a mí no me gustan. Sí, estoy guapa y estupenda, sonrío mucho. Pero nadie (a veces ni siquiera yo) puede decir si estoy sonriendo de verdad o solamente para acabar con la foto.

Esa soy yo muchas veces. La que se esconde detrás de una sonrisa de mentira para una foto. Otras veces no, claro. Pero realmente me gustan mucho más las fotos en las que no sonrío, porque siento que son más yo. Me saco fotos a mí misma donde no sonrío, donde simplemente pongo una cara idiota, o aprieto el disparador sin pensar en qué cara estoy poniendo. Y me gusta sacarle a la gente fotos en las que no están sonriendo, en las que están como están cuando no hay una cámara delante, simplemente pensando o no haciendo nada. Me gustan las miradas francas a la cámara, o a otro sitio que no sea la cámara, las miradas pensativas, las expesiones fruncidas de enfado o de fastidio, las caras raras que te pillan masticando o diciendo algo o chupándote una muela o con los ojos medio vueltos hacia arriba.

Hasta tal punto se ha convertido en una obsesión genérica captar las sonrisas, falsas o no, que mi cámara tiene una opción detectora de dientes. No es broma. Si la activas, la cámara dispara en cuanto detecta una sonrisa (es decir, en cuanto detecta dientes). Es el colmo de lo ridículo. El ejemplo perfecto de lo tontos que somos.

Dame mis fotos con cara de mala hostia, con mi mirada de verdad. Y sácame sonrisas de las otras, en un bar y con una cerveza en medio.

11 noviembre 2011

Magosto

Alumnos que ven Walking Dead (y dicen que la segunda temporada les está decepcionando un poco), alumnos que me cuentan que El caballero oscuro es un peliculón basado en una tragicomedia griega, alumnos que me recomiendan videoclips de Prodigy, alumnos que repiten mi nombre, alumnos que cantan mi nombre mientras maltratan una guitarra, alumnos que me declaran su amor (te quiero, te quiero, te quiero... te amo!), alumnas que me dicen que aparento treinta años, alumnos que me cuentan cómo perdieron la primera falange del dedo índice y cuentan que su abuelo les dijo "tes o dedo do amor... non hai unlla, non hai dor"... y añaden... "ahora que sé lo que significa veo que tenía razón". Alumnos que me invitan a chupitos de licorca. Alumnas con las que cantar Have you ever seen the rain junto a un coche bajo la lluvia a las dos de la mañana.

A veces me encanta mi trabajo.

05 noviembre 2011

Las cosas no siempre son lo que parecen

Me da cosa que el último post, con ese título tan sombrío, se mantenga ahí en lo alto del blog, aunque la canción que contiene sea tan bonita y esté tan bien interpretada. La canción es lo de menos, teniendo en cuenta que nadie las escucha nunca (es una ley universal, jamás darle al play). Lo único que pone ese post es "Tarde de difuntos". Y no me gusta que sea lo primero que uno ve cuando llega aquí.

Porque mi estado de ánimo es cualquier cosa menos sombrío, últimamente. Estoy brillante y luminosa, sonrío y me siento bien, y nado en dudas, como siempre, como siempre todo, pero un poco mejor. Y claro, con títulos como ese último, no lo parece. Y se me olvida darme cuenta de que hay gente que viene aquí a ver qué tal estoy.

Estoy muy bien.

01 noviembre 2011

Tarde de difuntos

La música puesta en orden aleatorio en el coche. La tarde gris. Conduzco de vuelta a casa.

Dos muertos más vienen a unirse a mis recordados de hoy. Lejanos y desconocidos, pero aquí están, trayendo consigo una canción mágica.

29 octubre 2011

Proyección

Hoy he visto una despedida en una estación de autobuses y he pensado que es una de esas experiencias un poco ridículas: alguien que se queda acompaña a alguien que se va y, cuando el autobús empieza a retroceder con su pitido intermitente, se queda más solo de lo que ha estado jamás, viendo cómo el autobús se lleva los ojos que al otro lado de la ventanilla, en lo alto, dicen todo lo que pueden, y casi seguro mucho más de lo que quieren.

Y después ya está. La chica se da la vuelta, se dirige a la salida sin saber muy bien qué cara poner, o qué cara está poniendo. La sigo, la veo coger el coche y me la imagino volviendo a un piso vacío, y a una vida vacía también. Mucho más vacía que hace un rato, al menos, si nos basamos en cómo se agarraban antes de llegar el bus.

Coges el coche y vuelves a casa y todo está metido en una niebla mezcla de resaca, sueño y pura tristeza, y mientras Leonard Cohen y las Webb sisters cantan If it be your will, se te escapa un lagrimón incongruente, imbécil, que no tiene mucho sentido porque nada de esto existe, y porque soy mayor, soy adulta y no quiero volver a sufrir. Por momentos se me escapa el sentido. El caso es que miras atrás y recuerdas cosas y también te sientes bien, feliz y de puta madre, porque por una vez hasta el dolor de una despedida ajena es un sentimiento bienvenido.

Es un sentimiento.

27 octubre 2011

Blade Runner (otra vez)

Ayer me mandaron un enlace a este vídeo:

android dreams from Samuel Cockedey on Vimeo

Al acabar de verlo no tuve mejor cosa que hacer, nada en esta vida me apeteció más que irme al salón y volver a ver Blade Runner . La vi por primera vez hace un poco menos de cuatro años (no recuerdo qué versión, pero no creo que tenga mucha importancia). En este tiempo la he vuelto a ver varias veces, porque se ha convertido en uno de esos sitios a los que vuelves.

Mientras la veía, recordé cómo me sentí la primera vez que la vi. Y pensé en cómo ha ido madurando mi relación con la película, cómo han ido asentándose mis ideas, y cómo se ha producido el amor, muy lentamente, de esa forma que hace que sepas que va a ser un amor para siempre. Ese amor que empieza con una atracción inexplicable, como la de Deckard y Rachael, y acaba echando raíces dentro de ti.

Ayer mientras la veía, llovía en la ventana, llovía igual fuera de la ventana que dentro, en la ficción. Había truenos y relámpagos.

Esta vez: el brillo metálico en los ojos de los replicantes, las luces que no hacen más que ahondar la oscuridad, la sonrisa dulce del solitario J. F. Sebastian, la fragilidad de Rachael, los diálogos simples que dicen lo que quieres oír ("Do you love me? - I love you; Do you trust me? - I trust you") , la impotencia de Roy, su conciencia de lo efímero de la vida.

De verdad, no entiendo por qué ya no se hacen películas así.

26 octubre 2011

Muy bien, cagondiós

Llevaban años detrás de mí. La cartita llegaba unas semanas antes del día D. Por un motivo o por otro, me he ido librando. Que si ya tenía billete comprado, que si solo soy suplente, hola, me voy. Pero esta vez me han pillado de lleno, cosas de la aleatoriedad (por mis cojones).

Soy presidenta de una mesa electoral.

Algunos días más que otros, odio la democracia.

25 octubre 2011

Pereza

Jo, esta mañana tenía que salir a correr. Suena el despertador, la lluvia se oye por la ventana. Qué pereza. Voy. No voy. Voy. No voy. Venga, voy.

Me levanto, me voy al cajón de la ropa. ¿Dónde está el sujetador deportivo? Oh! En la lavadora.

De puta madre, no voy.

(Luego me siento culpable, mientras desayuno decido que hoy voy a currar andando, llueva o no).

24 octubre 2011

París.

El año pasado fui a París. Hice unos cientos de fotos, y al volver empecé a preparar un post con unas cuantas de ellas. No sé por qué elegí estas y no otras, ahora ya no lo recuerdo, como tampoco recuerdo por qué nunca llegué a publicar el post, que se fue quedando atrás.

Y hoy navegando por los post que nunca he publicado, me aguanto las ganas de poner aquí mi alma publicando uno muy raro que escribí hace dos semanas, que me da vergüenza ser tan exhibicionista, y a cambio os dejo unas visiones de París de hace un año y medio. Me ha dado pena que se pierdan.







23 octubre 2011

Pide un deseo

¿Sabéis cuando la cama se convierte en un barco a la deriva, cuando el mundo desaparece fuera de la ventana?

¿Sabéis cuando no hay más historias que las historias que quieres contar y escuchar, cuando todo el universo se pone a ritmo, cuando parece mentira que el resto de tu vida confluya en este preciso momento, cuando se te olvida pensar en qué caminos te han traído aquí y te importa una mierda adónde llevan los caminos que parten de aquí?

Pues eso exactamente es lo que quiero.

20 octubre 2011

Cuatro palabras que hacen innecesario todo lo demás

Dice uno de mis alumnos en su comentario que Sunset Boulevard trata de uno de los temas más antiguos de la humanidad: el miedo al paso del tiempo. Y añade: el miedo al olvido, a la soledad y a la falta de amor.

¿Qué le digo? ¿Que no vuelva más?

15 octubre 2011

Me confunde

La gente por un lado diciendo lo que piensa, lo que siente sobre lo que está pasando, demostrando por las bravas (pero por las buenas, en un alarde paradójico) que no se sienten representados. Que no quieren pagar lo que no han provocado, que están hartos de ser siempre la puta y poner siempre la cama.

Los políticos, por otro, aprobando programas electorales absurdos que nadie en su sano juicio cree, en los que nadie confía. Ni siquiera ellos. No hace falta. Escuchar, hacer, explicar. O lo que todos entendemos: ignorar, pisotear, mentir.

Mientras tanto, los países del G-20 reunidos en la ciudad del amor para tratar de salvar el sistema financiero internacional y el beneficio de los bancos, que es como el amor cuando se acaba, nadie sabe adónde va.

No puedo con esto, todo me da náuseas. La impotencia de la gente, y su fe, son lo único cierto. ¿Sirve para algo? Me jode pensar que no. Me niego a pensar que no.

11 octubre 2011

Obligaciones y otras cosas de ser mayor

Esas pequeñas tocapelotas que no te dejan en paz. Plazos para la entrega de documentos absurdos que nadie leerá jamás, pero que deberán tener más de 20 páginas llenas de letras para parecer serios. Finjamos todos que nos tomamos súper en serio lo que hacemos, lo que hacen los demás, que nos importan cosas que nos dan igual.

No es cierto, esto último. A mí me importa mucho lo que hago y me lo tomo muy en serio. Pero ciertos detalles burocráticos, documentales, del trabajo, las reuniones que se alargan eternamente para acabar como empezaron, la afición a las palabras que llenan vacíos que son mucho más que existenciales, las exigencias de determinados compañeros, las críticas, la sensación de pobreza moral que se desprende.

Soy muy consciente de que exagero, de que no es para tanto (nada es para tanto). Pero no puedo evitar sentirme controlada a la mínima injerencia en mi pequeño entorno controlado, sentirlo como una invasión.

Es un problema mío que tengo que resolver yo. Porque lo malo de todo es que no tengo razón, esta vez no. Todo es como debe ser y la que no encaja en el esquema soy yo. Y al final la obligación echa raíces hacia el fondo de mi carácter y se desvela como algo mucho más importante, más trascendente, porque de lo que se trata aquí es de hacer transparente lo opaco y perder el miedo a ser juzgada y comprender que las cosas son de una manera: las cosas son como son.

23 septiembre 2011



Un anuncio de Levi's.

El texto es un poema de Charles Bukowski. Este poema:


The Laughing Heart by Charles Bukowski

your life is your life
don’t let it be clubbed into dank submission.
be on the watch.
there are ways out.
there is a light somewhere.
it may not be much light but
it beats the darkness.
be on the watch.
the gods will offer you chances.
know them.
take them.
you can’t beat death but
you can beat death in life, sometimes.
and the more often you learn to do it,
the more light there will be.
your life is your life.
know it while you have it.
you are marvelous
the gods wait to delight
in you.
Me hace pensar en cosas, o más bien me hace sentir cosas que no puedo expresar con palabras, no muy bien. Lo he visto en el muro del Facebook de un ex-alumno mío. Mi comentario tenía una frase que quiero repetir aquí: qué mundo de límites borrados. 
Si podemos usar a Bukowski para vender Levi's, y lo hacemos tan bien que quieres ir a la revolución con vaqueros Levis' y darle cancha a la esperanza con vaqueros Levi's, solo hay dos opciones. O bien la publicidad a veces sabe hacerlo realmente bien... o nosotros estamos haciendo algo realmente mal. Lo que no consigo es averiguar qué. 

19 septiembre 2011

Amor

Me monto en el metro. Hay un tío larguirucho que conversa a través de mensajes del móvil. Tiene una cara rara, es medio rubio, barbita, boca grande que le sonríe a la pantalla, ojos soñadores. Nos miramos. Me enamoro. Se baja.

Se sube otro tío. Me echa un vistazo y se sienta enfrente de mí. No es muy alto, su pelo indica que hace no mucho se lo rapó a ambos lados y dejó una franja en la mitad de la cabeza, pero ya le ha crecido. Pantalón ancho y zapatillas de rapero, ojos castaños, dulces. Me parece muy guapo. Jugamos a no mirarnos a la vez. Me enamoro. Le pido mentalmente que me diga algo. No me oye. Nos bajamos en la misma estación, pero nos vamos por escaleras diferentes.

Pienso que tengo una espera de una hora en el aeropuerto. La espera pasa de una hora a seis.

Nada.

10 septiembre 2011

Pensado hoy al salir del centro comercial


Me canso de ir buscando en todas las miradas. No necesito explicar qué busco, porque todos sabéis a qué me refiero. Me canso porque no está, no lo encuentro, y además me doy cuenta de que no se encuentra así.

Pero ves personas que deliberadamente no te miran porque quieren hacerte saber que no lo buscan, o no quieren ver que tú lo buscas. Esas miradas, las que no existen, son las que más me gustan. No las que me ignoran, sino las que me saltan a propósito.

¿Que cuál es la diferencia? No sabría decirlo, pero hay una diferencia clara.

04 septiembre 2011

Primer post del resto del blog

Tout a déjà été dit, mais comme personne n'écoute, il faut sans cesse recommencer (André Gide)

Después de ver el documental sobre Bukowski, entiendo por qué siento por él lo que siento. Siento lo mismo por todos los autores que escriben desde el suelo, cosa que no hacen los escritores españoles. Ya lo sé, lo llevo diciendo años, cada vez lo siento más así. Necesito letras llenas de tripas y pelos, no puedo soportar los resplandores de los amaneceres ni el desorden de tu nombre ni la puta madre que los parió a todos.

Bukowski es el escritor que con más talento lo consiguió. El que puso más poesía en toda la caca y toda la podredumbre y toda la miseria de las personas y aún así se elevó para conseguir magia. El que se lleva todo el lirismo al otro extremo y de todas formas te hace llorar como un imbécil.

El problema es que Bukowski ya existe, ya murió, su revolución ya fue. Nada nuevo. O tal vez sí. Porque tal vez lo que haga falta sea eso, otra vez eso, otra vez lo mismo. La frase esa que me gusta tanto: "todo está ya dicho; pero, como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre".

No se trata de escribir sobre sangre y mierda desde un punto de vista impostado, estrictamente literario y alejado de la realidad, como... (no sé por qué me viene a la cabeza Ray Loriga si nunca he leído nada suyo, qué injusticia; pero es la imagen que me viene). No se trata de escribir sobre la fealdad o describirla minuciosamente solo por explotar una fracción inexplorada del diccionario. No, no.

Simplemente escribir palabras que sean verdad, o lo más parecidas a la verdad que sea posible desde este punto de vista único que está, por momentos, tan alejado del común de los mortales, o sea, de lo que viene siendo el resto de la gente, no sé, la gente que ve Sálvame o cosas así. Pero tal vez dé igual, tal vez no haya que parecerse tanto o tal vez no sea tanta, en realidad, la diferencia. Dentro de lo diferente, de lo jodidamente otra que soy, intentar simplemente traer las palabras a la tierra, al polvo, a las ruedas de los coches en las rotondas o a las cosas que suenan mal pero que son lo que la gente dice, hace, piensa. O sea, no masturbarse, sino hacerse una paja. Matarse a pajas. Lo normal. Lo que hay. Lo que hacemos todos.

Que es precisamente lo que falta.

01 septiembre 2011

Año Nuevo

Toca volver. Me doy cuenta de que el blog se me va enmustiando, en verano he salido a post por mes, y no es por ser verano, que sigo siendo adicta a todo lo demás. Es solo que tengo la sensación de que no tengo nada que decir, o que nada de lo que quiero decir cabe realmente en este sitio. El blog ya no sirve para lo que servía, y ya no sé para qué sirve.

Para mí septiembre es el mes en que empieza el año. Y está siendo, como todos los principios de año pero tal vez un poco más, un momento de plantearme muchas cosas. Qué hacer a continuación, qué errores no cometer (o cometer), por dónde tirar, qué cambios efectuar. Y miro el blog, las dos, tres, diez últimas entradas, y me doy cuenta de que ya no tengo mucho que hacer en él. De que ya no es mi vía de expresión favorita, de que ya no me refleja o me dibuja o me oculta o me describe o me ayuda como antes.

No es una despedida, o tal vez lo es. Siempre ocurre que, cuando te crees que te estás yendo, alguna fuerza te empuja a quedarte un rato más. Lo cual es el motivo fundamental para que apenas avancemos, si se piensa bien.

Soy otra persona en la oscuridad. Ya no tengo nada que hacer aquí.

01 agosto 2011

Summertime

Hoy me han hecho sentir bien. Dos, tres palabras, en el momento y el contexto adecuados y ya está, se hacen pompas de jabón que flotan un momento, hermosas y frágiles, en el aire.

Pop!

Está bien.

09 julio 2011

Ñam

Cada vez me gustan más las cosas, como si todo se fuera colocando en su sitio o yo me hubiera cansado de cabrearme permanentemente con todo lo que podría ser de otro modo y sin embargo es así. Parece que le perdono al mundo lo mal que huele, lo poco a gusto que parece estar consigo mismo, y que dejo de juzgar a la gente por no ser como yo, y dejo de juzgarme yo por no ser quien habría querido. No es que haga mucho sol últimamente, no es que todo vaya de puta madre, no, eso jamás, líbrenos la vida de semejante maldición. A veces me choco con las esquinas de las otras personas, todavía quiero estar sola y que nadie me pregunte qué tal, vano anhelo, qué tal. Bien. Por supuesto en todo asiento (hasiento) hay como mínimo dos o tres pinchos que impiden que la comodidad sea completa, y siempre hay una noche que sueñas con Australia y desearías no estar aquí, o que todo se fuera al carajo para tener la excusa perfecta. Porque si algo es cierto es que la excusa sigue siendo necesaria. Pero mientras tanto parece que me acomodo mejor en mis huecos, la piel ya no parece tan tirante, como que me va dando hasta igual que los pantalones me queden estrechos y las arrugas y estos pelos. No sé, tengo miedo de que termine dándome igual todo. Pero mientras tanto, la semana que viene me voy a Amsterdam yo sola, porque puedo, porque quiero y porque la vida, mi vida, es eso.

19 junio 2011

El día que murió Clarence Clemons

Este fin de semana me ha tocado desenterrar toneladas de pasado que tenía guardadas en un armario. Cuando empecé a sacar cajas y a inspeccionar lo que contenían me di cuenta de que iba a ser bastante más duro que un aséptico "haz sitio". No lo calculé bien.

Empecé el sábado. De aquellas cajas a mis manos saltaban cartas, fotos, apuntes, entradas de conciertos de Sabina, diarios, poemas, guiones de mis amigos, librillos de canciones, entradas de cine, mi cara de niña sonriendo con los ojos tristes en carnés o en paisajes, momentos buenos, malos, regulares, inclementes, indiferentes a mis sentimientos, despertando los recuerdos.

Y no importa que todo haya sido para bien, no importa que ahora todo esté en su sitio, no importa que hubiera momentos muy felices en esa colección amontonada, ese ejercicio, por poco que quieras profundizar, por pocas cartas que leas, por pocos cuadernos que abras, por pocas fotos que mires, siempre es un ejercicio doloroso.

Cuando no pude más, salí huyendo, dejándolo a medias. Me fui con mi amiga a dar una vuelta y tardé varias horas en volver.

Cuando desperté esta mañana, Clarence Clemons había muerto. Y sin levantarme de la cama lloré durante diez minutos. No supe por qué, sigo sin saberlo. No sé si fue por el pasado dentro de ese armario o por todo lo que se ha perdido con esa muerte de una persona que no conozco de nada pero que sin embargo, como decía mi amigo, es una parte importante de mi alma.

Las experiencias ocurren y después se desvanecen y dejan algo o no dejan nada. Las personas pasan, te tocan el corazón, y después se desvanecen. Y te dejan algo o no te dejan nada. Ya está. Es así. Sigue andando.

Y no sé si es por ese puto armario o por esa puta muerte, pero yo llevo todo el día llorando. Y me siento triste, estoy tan triste que yo misma no me reconozco, y siento una pérdida dentro que no puedo explicar a nadie que no sienta lo mismo. Y quiero llorar más, quiero llorar a gritos, quiero llorar todo lo que no he llorado en los últimos, yo qué sé, dos, tres, cuatro años. ¿Cuánto tiempo hacía que no lloraba así?

¿Cuántas lágrimas me debo?


12 junio 2011

Before sunrise y Before sunset, Richard Linklater

Hoy traigo dos en vez de una. Son dos películas románticas, de esas cuyo tema es el amor verdadero. O el amor, tal vez sea mejor quitarle el adjetivo.

(Todos queremos creer que love is real. Bueno.)

No voy a contar mucho de ellas. Diré solo que la primera, de 1995, narra un encuentro entre una chica (Julie Delpy) y un chico (Ethan Hawke) de veintipocos: se conocen en un tren y se despiden a la mañana siguiente habiendo vivido unas horas muy especiales. La segunda, de 2004, muestra su reencuentro, años después.

Tengo un pequeño problema con los cuentos de hadas, y se llama escepticismo. Afecta a otros ámbitos de mi vida también. Pero, pese a este pequeño desajuste, he podido disfrutar mucho de estas dos pelis hoy.

Y me han gustado porque son una especie de experimento muy interesante de ver. Y es que acompañamos a estos dos personajes en dos momentos importantes de sus vidas y vemos, de la película uno a la película dos, cómo estos personajes han crecido, han puesto 9 años a sus cosas. A la forma de enfrentarse a la vida, a sus rostros y sus cuerpos. A lo que buscan, quieren, esperan y dan.

Hay un momento en la película dos, Before sunset, en que ella comenta que hace poco estuvo releyendo un diario del año ochenta y pico (esto es, más o menos 10 años antes de su primer encuentro). Y que, aparte de ser más inocente entonces, ve pocas diferencias en cómo aquella niña de 9 años se enfrentaba a las cosas con respecto a la mujer de 32 del presente. Y estuve de acuerdo con ella al oírla decirlo (y recordar mis propios diarios infantiles).

(Unas de las mayores virtudes de este dúo de pelis es que son guiones fundamentalmente basados en los diálogos; los personajes hablan y hablan y hablan y hablan; y dicen muchas cosas que son pura verdad y pura vida.)

Conocemos muy poco de los dos personajes, tan poco como ellos mismos, probablemente, y sin embargo vemos todos esos pequeños cambios que se han producido en el camino a la madurez. Cambios en la risa de ella o en la seguridad en sí mismo de él. Cambios en la forma que tienen de decir las cosas y también en las propias cosas que dicen: la forma de autoanalizarse tan característica de los treinta que está totalmente ausente a los veinte, las conclusiones a las que llegan, la forma de autodefinirse y delimitarse. Los arranques de neurosis, las inseguridades, los fantasmas.

O la forma en que se enfrentan a sus sentimientos, que es mucho más natural y exenta de prejuicios en el primer encuentro que en el segundo. Hay otra cosa interesante, casi conmovedora: cuando se encuentran con veinte, piensan que la magia es lo normal. Se dan cuenta de que están viviendo algo especial, pero no son capaces de calibrar hasta qué punto. Esa calibración la realizan a lo largo de los siguientes nueve años, y comprueban su fiabilidad en su segundo encuentro. La magia es un milagro, constatan. Esa conexión es un milagro. No ocurre todos los días. No ocurre nunca. Esa conciencia de que las oportunidades rara vez se presentan dos veces, la necesidad de aprovecharlas.

También es cierto que películas como estas (también metería cosas como The bridges of Madison County o En la cama, de Matías Bize) te hacen pensar que el amor eterno dura un rato. Un rato muy corto.

No me puedo resistir a poner una de las escenas mejor rodadas e interpretadas, y mudas, que he visto en mucho tiempo. Es primavera y ando algo coja de experiencias emocionantes, así que al ver este minuto glorioso la adolescente que todavía vive en mí pasó un rato de regocijo indescriptible. Disfrutad:

11 junio 2011

Me pierdo

Leo en un blog de crítica literaria (este) lo siguiente:

La obra de Belén Gopegui se bajó de la limusina lírica cuando el concepto de "lo real" pasó por su casa montado en bicicleta. Lo real era a pedales y no admitía el combustible de la metáfora ni de la música. Su prosa se volvió entonces (La conquista del aire) de pedernal y bordillo, altamente ajena al lenguaje literario que estimamos concerniente a toda obra literaria.

Me congratulo enormemente. Pienso "tal vez consiga encontrar por fin un autor español que no me dé ganas de vomitar con el empalagamiento estilístico".

Después de vomitar por culpa de mi propia frase, busco Acceso no autorizado, la novela objeto de la crítica, en Google. La página web de la novela (esta) ofrece generosamente la lectura gratuita del primer capítulo.

La novela empieza así:

La luz de las farolas atravesaba las copas de los árboles y ascendía cada vez más débil. Los pisos altos quedaban sumidos en la oscuridad componiendo un segundo Madrid, varado en sombras, una extensa atalaya desde donde presenciar la intemperie de los cuerpos que aún y hasta el amanecer seguían desplazándose de un lado a otro por las calles encendidas.

¿Varado en sombras?

¿La intemperie de los cuerpos?

¿Calles encendidas?

¿Dónde está el pedernal? ¿Dónde el bordillo?

Me cago en dios.

01 mayo 2011

"Es que no es tan fácil"

No, coño. Lo que no es, es tan difícil. Es la historia de siempre, disfrazar el no querer de no poder, para no tener que. Porque afrontar los miedos es jodidamente difícil, coger las riendas conlleva una responsabilidad que la mayor parte de nosotros no queremos asumir. Y por medio de ese engaño terminamos viviendo una vida llena de responsabilidades que no queremos, que detestamos, pero que consideramos más llevaderas (sin que lo sean en realidad). Es mucho más fácil renunciar a los sueños, por imbéciles y fáciles que estos sean, y acomodarse en un pequeño agujero cálido y oscuro, donde los embates de la vida pasan, salvo grandes terremotos, prácticamente desabercibidos. Y decir que no se puede, que es que claro, es que esque esquesque.

Es pura impotencia, una intolerable impotencia lo que me asalta cuando veo lo fácil que le resulta a la gente conformarse, y mirar a sus vidas encogidas con poco aprecio pero con resignación, diciéndose para sus adentros "no está tan mal", "podría ser peor". Claro que podría ser peor. Podrías estar muerto. Pero tal vez lo estás y no te das cuenta. Todo el mundo se emociona y se siente estimulado con la idea teórica del Carpe Diem, pero luego madrugan y esperan dócilmente al viernes. No lo soporto. No quiero ser así.

¿Crisis weirdo de los 40? Puede ser. Pero me niego, me niego a vivir una vida muerta.

Maeve, te lo cojo prestado.

so you don't think I'm dead

Estoy aquí sentada mirando a la pantalla, esperando un número o un parpadeo que no llegan, o no traen la dosis suficiente de cosas que rellenen los vacíos. Me he ido a por una cerveza y me la bebo sintiendo que no estoy sola porque miro a una pantalla y de vez en cuando una frase sacude el silencio, hablo metafóricamente, por supuesto. Luego busco una música cualquiera, un youtube, B.B. King, por ejemplo, para que haya un poco menos de silencio y algo más de compañía para el siguiente trago de cerveza. No es que quiera compañía, no es eso, no exactamente. Mis seres queridos leerán esto, y siempre que pienso esta frase considero la posibilidad de volver a abrir un blog anónimo, y pensarán que no estoy bien o algo, preguntarán qué tal o me darán una colleja (las dos cosas me molestan en la misma medida). No es eso, no es necesario preguntar ni espabilar, hoy ha sido un día largo, interesante y productivo, me he reído varias veces y he hecho algunas cosas que tenía que hacer, y si no tuviera hambre entonces sí que mi vida estaría completa, desoladoramente vacía. El hambre es lo que me mantiene con vida. Por lo tanto, dejadme, que estoy aquí, y estoy así, porque quiero. Es mi vida.

03 abril 2011

Calvos

Llevo muchos años observando que gran parte de la autoestima de los hombres en el aspecto físico se apoya de una forma muy evidente en la cantidad y calidad (sobre todo la cantidad) de la mata de pelo que peinan sobre sus frentes. Se podría equiparar sin mucho margen de error al aprecio que suelen tener las mujeres a su busto.

En esto, como en todo, el gusto particular de cada uno es el rey. Pero a mí siempre me ha dado rabia ver cómo un hombre atractivo se siente menos atractivo porque tiene poco pelo. Y me da rabia porque yo creo que la falta de pelo no necesariamente hace a un hombre menos deseable. Para mi gusto, más bien al contrario, en algunos casos.

Vamos con algunos ejemplos gráficos. Por orden cronológico, que me gusta parecer persona ordenada.

Sean Connery, 1930
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Me sorprendió, en mi investigación previa, descubrir que este era el mayor de mis calvos (había apostado por el siguiente). Sean se quedó calvo muy joven, y sin embargo es un hombre que fue ganando atractivo con los años. Su calvicie no solo no desmerece su belleza, sino que le añade un plus que, como en la mayor parte de calvos, no se puede explicar. Hay muchos, pero mi personaje favorito habita en una película de Brian de Palma titulada The Untouchables.

Robert Duvall, 1931
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¿Qué decir de este mito viviente? Entre otras cosas, que ha sido calvo prácticamente siempre. Su mirada intensa, su inconmensurable talento interpretativo y la suerte o la inteligencia de haber dado con grandes directores y grandes papeles hacen de él un imprescindible en cualquier lista de favoritos. Imposible desprenderse de su Tom Hagen, el Consigliere, pero conmueve igualmente en esa pequeña joya que es el Old Man de The road, ya anciano.

Jack Nicholson, 1937
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No se puede negar que estos hombres han llegado a esta lista por mucho más que sus calvas. No puedo decir que considere ni haya considerado nunca a este actor en concreto un ejemplo de belleza ni atractivo masculinos, si lo hiciera mentiría. Pero es innegable que nos hallamos ante un portento en todos los aspectos. Y que puede estar muy sexy si se lo propone, además de inquietante, como demostró en la divertida The Witches of Eastwick. No es la mejor, ni la más destacable ni la que más me gusta de sus películas, pero también puedo ser bizarra a veces.

Ben Kingsley, 1943
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Otro de los grandes. Los adjetivos que se me ocurren al pensar en él son delicadeza y elegancia. El personaje que vive conmigo, el doctor Roberto Miranda de Death And The Maiden.

Larry David, 1947
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No es guapo, no es atractivo, su personaje es insoportable, pero necesitaba meterlo en esta lista, además de por calvo, porque es un cómico insuperable y porque su inteligencia y su ingenio hacen que nada de eso importe. Su composición del Boris de Whatever Works es uno de los mayores logros del último (y otoñal) Woody Allen.

Samuel L. Jackson, 1948
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Intensa mirada, voz hipnótica. No sabría con cuál quedarme de entre todas las grandísimas interpretaciones que le he visto a este hombre. Tal vez el frágil y retorcido Elijah Price de Unbreakable sea el que con más facilidad conquistó mi corazón.

Ed Harris, 1950
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Una de mis grandes debilidades desde hace muchos, muchos años. Este actor tiene algo que me hace pensar en lamer piel desnuda, no puedo evitarlo ni pienso negarlo. Hay muchos personajes que podría traer aquí, pero si tengo que elegir uno me quedo con Richard Brown, el poeta enfermo, solo y desquiciado que construyó para The Hours (aunque a ese no sería fácil lamerlo).

William Hurt, 1950
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Hace unos años estuvo en lo más alto. Este señor me gustó mucho cuando yo tenía 14 o 15 años (podéis creerme). Siempre he sido de gustos raros, no es de ahora. La primera vez que lo vi se follaba desesperadamente a Kathleen Turner en Fuego en el cuerpo (v.o. Body Heat). A lo mejor tuvo algo que ver, aunque yo desde luego no era consciente de ello.

Terry O'Quinn, 1952
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Esta respetabilísima calva se ha convertido en un icono de la primera década del siglo XXI. No hay nada más que hablar. Todos en pie ante el señor John Locke.

John Malkovich, 1953
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Otro inquietante. Su voz y su mirada, su aspecto taimado de gato y la sensualidad un poco obscena de su boca hacen de él un hombre que es muy difícil no mirar, no apreciar. Otra cosa muy distinta es quedarse. Su vizconde Valmont de Dangerous Liaisons es el hito que me viene a la mente. Hay más y mejores momentos, pero ese es tan perfecto como cualquier otro.

Bruce Willis, 1955
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Otra de mis declaradas y confesadas debilidades. Simplemente, no hay nada en él que no me guste. Tampoco miro mucho, para no ver. Ya lo amaba antes, pero ese amor se convirtió en incondicional y eterno después de conocer a Malcolm Crowe, de The Sixth Sense.

Kevin Spacey, 1959
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Este señor es para mí uno de los actores más atractivos que han poblado la pantalla en toda la historia del cine. En serio. Al ver sus fotos y sus películas siempre pienso lo mismo. Luego nunca me acuerdo de él, tal vez le falta algo para conquistarme del todo. Creo que es la cara de bueno. De todas formas, el perdido y desconcertado y dolorido Quoyle de The shipping news siempre ocupará un lugar de honor en mi corazoncito cinéfilo.

Karra Elejalde, 1960
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¿Qué sería de los feos si solo nos gustaran los guapos? No es un gran actor, no es un hombre hermoso. Pero tiene algo que hace que no puedas mirarle solo una vez. Me quedo con su Juantxo, de Airbag.

James Gandolfini, 1961
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Consiguió que me sintiera atraída por el tipo que juntaba prácticamente todos los defectos que considero puede tener un hombre: machista, cruel, autoritario, impulsivo, mentiroso, egoísta, reservado, retorcido, controlador... gordo. Si eso no es genio, ya me dirán ustedes qué lo es. Pero aquí no voy a traer a Tony Soprano. Aquí, por dar la nota una vez más, me voy a quedar con el Big Dave de The man who wasn't there.

Ralph Fiennes, 1962
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Uno de esos ejemplos de calvos que se resisten a serlo. Si buscas fotos suyas, hay muchas más con pelo que sin él, mostrando que le ha costado mucho aceptar su condición. Habría para un post entero sobre hombres como él (y lo encabezaría el gran Steve Van Zandt). Hasta hace no muchos minutos, pensaba que Ralph era un hombre demasiado guapo y un poco blanducho. Ahora que lo he visto sin pelo, me gusta mucho, mucho más. Ahora ya me parece un hombre. Me debato entre el despiadado Amon Goeth de Schindler's List y el trágico conde Lazslo de Almasy de The English Patient.

Javier Cámara, 1967
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Tiene ojos de haber llevado gafas demasiado tiempo, una gran vis cómica y un talento dramático que lo coloca entre los mejores actores de la historia del cine español, aunque se comporta mejor cuando es bien dirigido y cuando cree en su personaje. De entre todas sus hermosas composiciones, escojo el dificilísimo Benigno Martín de Hable con ella.

Vin Diesel, 1967
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Dudé mucho si traer o no a este actor a mi lista. La decisión de traerlo se debió a su incontestable atractivo físico, para nada desmerecido por su orgullosa calva, y el soldado Adrian Caparzo de Save Private Ryan. La sensación (no basada en hechos) de que debajo de esa calva y detrás de esos musculitos hay una o dos neuronas también tuvo que ver.

Luis Tosar, 1971
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La tercera de mis confesadas debilidades es este gallego casi de mi quinta. Me da pena que no haya más jóvenes calvos, me dice que ser calvo realmente es un obstáculo para triunfar en este mundo cruel que es el cine. El personaje, el José de Los lunes al sol.

Sé que me dejo muchos calvos interesantes en el tintero, y sé que la lista es heterogénea y arbitraria, como yo misma. Solo quería dejar constancia de mi gusto particular por cierto tipo de hombres, quería expresar que no todas las mujeres pensamos que el pelo es un atributo necesario para la belleza masculina, igual que no todos los hombres buscan tetas grandes. Yo nunca diría, como dijo el otro día mi amiga E de un pretendiente (o lo que parecía un pretendiente) "Está bien, pero es calvo". Soy más de "Está bien, y además es calvo".

Si hay lectores calvos en la sala, que se manifiesten de inmediato.

Buenas tardes.

27 marzo 2011

Love may be

Acabo de terminar de ver Tell me you love me. Es una serie de HBO que fue cancelada al acabar la primera temporada tras diez episodios. Trata sobre parejas en crisis. O, para los que son como yo y piensan que el estado natural de las parejas es la crisis, sobre parejas.

Durante el desarrollo de esos diez capítulos he experimentado toda una serie de sentimientos con (y por) esos personajes. He tenido ganas de matarlos, de abofetearlos, he sentido miedo, esperanza, soledad y alegría con ellos, he comprendido y abominado de todas y cada una de sus posturas y respuestas ante las cosas de la vida, me he indignado y me he sentido feliz, me he reído y me he enfadado, me he puesto en sus pellejos y me he dicho incontables veces "por esto no quiero yo tener pareja".

Porque todo lo que pasa en esa serie es verdad. Bueno, tal vez follan un poco más que yo y por eso me cuesta creerlo, pero yo qué sé, a lo mejor hay gente que folla más que yo, sobre todo si tenemos en cuenta que "algo" ya es más que yo, y que la gente que conozco habla poco de eso, y yo creo que algunos mienten y en realidad follan más de lo que dicen. Tampoco es que sea desagradable para variar ver un poco de sexo en una serie americana, aunque se pasen un poco con ese ruido de besos pegajosos que tanto gusta poner en el cine. En cualquier caso hay que decir que se trata de sexo muy bien hecho y bien rodado, nada de falsos pudores. La cámara se queda y te deja mirar. Y todo parece verdad. Es tan descarnado que ni siquiera es erótico. Hasta las pajas parecen verdad. Yo no sé si había visto testículos antes en una serie de televisión, pero creo que me acordaría (como ahora me acuerdo).

Por eso fue cancelada. No por el sexo (más bien diría que el sexo no fue suficiente para mantenerla en antena). Fue cancelada por ser un espejo, como comentaba ayer mi amiga P delante de una cerveza. A nadie le gusta encender la tele y ver la propia vida, con sus miserias, ahí plantada y desafiante desarrollándose ante uno. Diciéndole a uno: "mira, esto eres tú, esto es lo que haces y lo que no haces, esto eres". Un espejo implacable e inclemente, que no hace ninguna concesión a la fábula ni a la metáfora ni a la poesía. De modo que mirar hace daño. Porque todos hemos estado ahí. Algunos varias veces. Y no siempre hemos sido capaces (o hemos querido) salir con bien de esa batalla.

Porque ahí está un poco la conclusión o la, si quieres, moraleja de la historia. Qué pensábais, es una serie americana. Es valiente, pero es una serie americana. Tiene que tener una moraleja, no podría no tenerla. La idea que cierra el círculo es "tener el valor de ser feliz". No es nada fácil vivir con otro porque está lleno de mierda muchas veces y otras muchas te das cuenta de cuántas cosas que no querías ser eres en realidad, cuántas cosas que no querías hacer haces en realidad. Y sin embargo tal vez puedes tener el valor de aceptar que estás donde quieres estar, o donde decidiste que querías estar.

Es una serie redonda y hermosa porque es dura y difícil como la vida muchas veces pero tiene un final con esperanza, como la vida muchas veces. Un final que también jode porque también dice que esto es lo que hay, nosotros humanos mezquinos, egoístas y pequeños somos lo que hay: lo que podemos dar es muy poco, lo que queremos tener es infinito.

Una de las parejas, ya mayor (hace gracia reencontrar aquí a un maduro David Selby, el Michael Richard Channing de Falcon Crest) me ha recordado una gran canción de Leonard Cohen, Famous Blue Raincoat, una canción que es una carta de un hombre al hombre que pudo llevarse a su mujer; pero la mujer volvió, y aunque nunca estuvo claro, volvió para quedarse. And thanks for the trouble you took from her eyes, I thought it was there for good so I never tried... Esa es una de las cuatro parejas, una en cada época clave de la vida, a cuyas tribulaciones asistimos a veces impotentes, a veces furiosos, a veces desesperanzados.

Y esta es la canción que le quiero dedicar hoy a Tell me you love me. Que también, claro está, me hizo llorar.

17 marzo 2011

I'm not there, Todd Haynes, 2007

Ayer vi I'm not there, esa especie de biopic abstracto de Bob Dylan. Hoy hablaré de ella con el lagarto un rato y tal vez mañana vuelva aquí a retractarme de todo lo que voy a decir a continuación. Pero así a bote pronto, lo más gráfico que se me ocurre decir es que el rey está desnudo.

De todo, me quedo con tres cosas fundamentalmente.

1. La idea de que cada uno de nosotros es muchos y que el cine no puede, literalmente no puede, con un solo personaje retratar a un ser humano en toda su complejidad. Por lo tanto, es más que acertada (y agradable, y si quieres hasta genial) la decisión de dividir al personaje en un caleidoscopio multicolor y contradictorio, paradójico a veces, donde las diferentes personalidades son a menudo irreconciliables. Uau, me ha quedado de lo más cultureta, cómo mola.

2. La impagable escena de aquel primer concierto enchufado. La progresión visual, tan rítmica, el sonido estruendoso, la perfecta conjunción de la imagen y la música, la magnífica (magnífica, en serio) tesis: la enorme distancia que puede haber entre lo que el público espera y lo que el artista hace. Toda esa escena es potentísima, grandísima, y por sí misma hace que merezca la pena tragarse las dos horas y cuarto de película (aunque haya más motivos).

3. Las citas, los pensamientos, la poesía y la magia que desprenden varios de los diálogos y monólogos. Extraídos en su mayoría, supongo, de la vasta creación poética de Dylan, en algunos momentos directamente me transportaron al cielo.

No me quiero olvidar del personaje de Woody y la interpretación del pequeño Marcus Carl Franklin, un portento que las críticas se empeñan en dejar relegado. Del mismo modo, me encantaron el planteamiento estético, la imagen y la interpretación de Ben Whishaw, también muy olvidado (claro, no tienen el nombre ni la reputación de los otros cuatro pesos pesados que encarnan a los demás trasuntos de Dylan). Para mí, tanto sus personajes como sus interpretaciones son indiscutiblemente lo mejor, lo más creíble y lo más conmovedor de la película.

Sin embargo, la película me falla por otros pilares (¿hasta ahora parecía que me había encantado?)

A Cate Blanchett no me la creí ni por un momento. Y lo digo con pena y dolor porque sé que queda fatal hablar mal de una gran dama de la escena de ese calibre, que es aclamada en todos los foros por este trabajo, que todo el mundo adora y que además hizo un esfuerzo encomiable en dejar fuera todo "lo suyo" para adoptar a Dylan en su interior. Sin embargo, para mí tal vez sea precisamente ese el problema. El esfuerzo en ser otro, y el personaje en sí mismo, tan poco alejado del personaje que retrata, en realidad. Lo que intento decir es que justo el personaje más realista, más parecido, que más imita al objeto, el más "figurativo" de los seis, es precisamente el que más me aleja de la película. Con sus entrevistas, sus extensas y explicativas autodefensas innecesarias y a veces absurdas, su forma irritante de literalizar cada palabra y cada frase, simplemente me pone de los nervios. Tampoco me parece que se consigan transmitir correctamente la angustia, la sensación de encierro, la prepotencia y la conciencia de ser un genio. Se nota que es lo que quieren. Pero yo diría que no es lo que logran.

También me cuesta horrores ver como diferentes facetas del mismo diamante a ese personaje de Jude con Robbie, el personaje-actor que interpreta Heath Ledger (cuya muerte me duele mucho más de lo que es sensato admitir; echo de menos los grandes papeles que nunca hará y el hombre maduro en que nunca se convertirá). Es difícil explicar por qué. Quiero decir, sé que la idea es precisamente esa, reflexionar sobre lo diferentes que son entre sí nuestros yoes internos, lo irreconciliable a veces de las diferentes caras de nuestra alma, o al menos del alma de Bob Dylan, pero en este caso creo que no alcanzan a crear dos personajes que sean diferentes pero sin embargo compatibles, como engranajes de una misma maquinaria. Tal vez sea porque Robbie también tiene sus momentos de autoexplicación o razonamiento. El único momento en que me resulta posible enlazarlos a ambos es en esa frase que suelta Jude sobre el amor y el sexo: "... love and sex are two things that really hang people up. Why that is... I'll never fully understand".

En resumidas cuentas, al final tengo que conceder que es una película que se me ha quedado enganchada dentro, que me gustará volver a ver despacio, en casa, pudiendo dar a pause y pararme a pensar. Es una película rara, viva y emocional, que tiene como principal defecto que no es capaz de llegar adonde pretendía. Pero siempre hay que tender a lo más alto.

Sobre todo si quieres intentar retratar al más grande.

13 marzo 2011

Sometimes I think I have to get the hell out of here

Llevo unos días en los que, no me preguntéis por qué, me hago muy consciente de mí misma a la hora de prepararme el desayuno. Me veo haciendo exactamente lo mismo cada mañana, lo mismo con el café, la tostada, un ritual semiautomático lleno de bostezos, legañas y parece a veces que cada día un poco menos de ganas (aunque esto último no es posible, porque entonces algún día no me levantaría, y siempre me levanto).

El caso es que me veo, me veo cogiendo la cafetera, llenándola siempre hasta el mismo punto de agua, poniendo el café, cerrando y colocando, y luego el pan de la tostada, y la leche, el azúcar, la taza, el plato, y llevando los cereales a la mesa, todos los días los mismos pasos que son los que te hacen al mismo tiempo ir construyendo tu mundo, o ir construyéndote para enfrentarte al mundo, o esas mierdas.

Me veo. No "desde fuera", qué gilipollez, pero todos los días, en algún punto entre la cafetera y la tostada me veo haciendo eso, todo eso, siempre lo mismo, amarrada a mi rutina acogedora y cálida, sin pensar demasiado, tardando en todo el proceso probablemente todos los días la misma cantidad de minutos, segundo arriba o abajo.

No quiero decir nada con este rollo. No me hace sentir especialmente mal este hecho. Solo digo "eh, mira, el café, la tostada, click, click". Es solo que hoy he pensado que no sé si el año que viene podré volver a pasar por esto. Solo me refiero a la rutina del trabajo, pero en realidad me refiero a todo. A esto.

Muy bueno, el último disco de REM, me gusta mucho. La canción que ha resaltado entre las demás (popped amongst the crowd) se titula ÜBerlin y dice:

Hey ahora, tómate las pastillas y
hey ahora, hazte el desayuno
Hey ahora, péinate y vete a currar
Aterrizaje forzoso sin ilusiones, sin colisión, sin intrusión
Mi imaginación huye

Lo sé, lo sé, sé lo que estoy persiguiendo
Lo sé, lo sé, sé que esto me está cambiando

Vuelo en una estrella hacia un meteorito esta noche
Vuelo en una estrella, estrella, estrella
Conseguiré pasar el día
Y entonces el día se convierte en noche
Conseguiré pasar la noche

Hey ahora, coge el u-bahn, cinco paradas, cambia de estación
hey ahora, no olvides que el cambio te salvará
Hey ahora, cuenta mil millones de personas, es alucinante
cazando por la ciudad con sus estrellas encendidas

Lo sé, lo sé, sé lo que estoy persiguiendo
Lo sé, lo sé, sé que esto me está cambiando

Vuelo en una estrella hacia un meteorito esta noche
Vuelo en una estrella, estrella, estrella
Conseguiré pasar el día
Y entonces el día se convierte en noche
Conseguiré pasar la noche

No me importa repetirlo, no estoy completo
Nunca he sido el tipo dotado
Hey, hombre, dime algo, ¿vas a alguna parte?
¿Quieres venir conmigo esta noche?

Lo sé, lo sé, sé que esto está cambiando
Andamos por las calles para sentir el suelo que estoy persiguiendo: ÜBerlin

Vuelo en una estrella hacia un meteorito esta noche
Vuelo en una estrella, estrella, estrella
Conseguiré pasar el día
Y entonces el día se convierte en noche
Conseguiré pasar la noche


Escucha: mírame.

24 febrero 2011

Volvemos a nuestra programación habitual

A veces leo blogs, u otras letras, que me hacen darme cuenta lo lejos que estoy de escribir lo que quiero escribir como quiero escribirlo.

Y me da una rabia de puta madre, de esta rabia cabreada que nace dentro pero no llega a salir, en realidad, y te hace tener ganas de decir muchas palabrotas, como cagarte en dios, por ejemplo, muy alto y en un sitio donde todo el mundo que te oiga se vaya a escandalizar muchísimo. La catedral de Santiago, por ejemplo. Luego no llegas a hacerlo y la rabia da vueltas dentro de ti, te pones muy roja, se te hinchan las venas del cuello, tienes la sensación de que tus ojos van a hacer pop y salirse de sus cuencas.

Pero en realidad sé que si no lo hago es porque no quiero, o porque simplemente tengo las palabras, sé cómo usarlas, pero no tengo nada que decir con ellas.

Pero el día que me ponga... el día que me ponga... el día que me ponga...

15 febrero 2011

¿Qué fue de casanova?

Había una vieja canción de Sabina que empezaba así:

"—¿Qué adelantas sabiendo mi nombre? Cada noche tengo uno distinto y, siguiendo la voz del instinto, me lanzo a buscar…
—Imagino , preciosa, que un hombre.
—Algo más: un amante discreto que se atreva a perderme el respeto, ¿no quieres probar? Vivo justo detrás de la esquina, no me acuerdo si tengo marido. Si me quitas con arte el vestido, te invito a champán. “



Y a partir de aquí es donde esta canción pierde todo su parecido con la realidad. Porque soltar al barman mil de propina hace años que no lo veo, si es que lo he visto alguna vez, y apurar la cerveza de un sorbo, o dejar de hacer cualquier otra cosa que estés haciendo, interesante o aburrida, porque una mujer se te insinúe, o te diga directamente lo que espera de ti, eso ya no lo he visto en mi puta vida. ¿Mover el culo a cambio de sexo? Uf. No digamos ya valorar la perspectiva de pasar una noche sin dormir.

Joaquín Sabina representa al tipo de hombre, en franca y fatídica extinción, que agradece que una mujer le regale algo, aunque luego no la aprecie por nada más. La mujer que regala ese algo, en cualquier caso, probablemente tampoco espera ser apreciada por nada más. Pero, como digo, es un tipo de hombre que ya no se ve. Lo que se ve mucho es el cagao, el cobarde que juega a que sí pero al final no. Lo que antes se dedicaba a las mujeres y se conocía con el no muy elegante nombre de calientapollas.

Evidentemente, me ha vuelto a pasar. Yo tuve una época en que me preocupaba seriamente que el hecho de tener ganas de follar se me pudiera “notar”. Como si fuera un estigma o una vergüenza. Ya no me pasa (tanto). Pensé que tal vez aceptarlo como algo normal era un paso previo y necesario para poder lograrlo. Follar, digo. Pero no. Tanto entonces como ahora, lo único que encuentro es gente, tíos, que fingen entrar al juego, o entran, para luego soltar un mensaje cortante diciendo que les ha surgido algo muy importante. Un ensayo musical, una visita sorpresa, un hermano a las ocho de la mañana.

Y, cómo no, me quedo pensando qué he dicho, qué he hecho o qué ha pasado. Si es que ellos tienen más posibilidades, más ocasiones o menos ganas que yo de encontrar una pareja sexual de una sola noche que no pida nada más que eso. Hago serio examen de conciencia, lo comento con personas conocidas. Mi conciencia no hace reclamaciones, las personas conocidas, bien por cariño o bien por simple solidaridad, se ponen sistemáticamente de mi parte. Y sigo sin entender nada.

Tal vez el problema resida en que yo necesito conocer al tío en cuestión, saber algo de él. Porque, después de todas las chorradas que suelto sobre la atracción física y todas las fotos de Ronaldo que quieras, al final, como también digo, a mí lo que me pone es la palabra, la mirada, que dentro de ese cráneo haya algo. Bueno, si el tío está como Ronaldo, a lo mejor no tanto, pero de eso no hay (ni yo tampoco puedo ofrecerlo). Que necesito que el hombre me caiga algo bien o me estimule en algún sentido, lo que supongo que hace el “aquí te pillo” un poco más difícil de lo normal. Pero un poco, carajo. No el puto Annapurna.

También sé que el título del post es ligeramente engañoso. Lo que hace Casanova es conquistar, me consta. Tal vez no le hace tanta gracia el hecho de tenerlo fácil (si es que ese concepto se da en la naturaleza en absoluto, que yo lo dudo; porque una cosa es una mujer favorablemente dispuesta y otra muy distinta… otra muy distinta). Pero es que de eso ya ni hablamos. Que me conquisten. Como una mujer del siglo XXI espere a ser conquistada, muere virgen. Como hay Brus.

No. Definitivamente no lo pillo. Algo tengo que estar haciendo mal.

09 febrero 2011

Hombres

Se crea una polémica cuando confieso, vagamente avergonzada, que me gusta Cristiano Ronaldo.



Digo vagamente porque en realidad un gusto tan primario no es algo que deba ni pueda avergonzarte. Pero digo avergonzada porque sé que mis amigos son personas cultas, inteligentes, claramente posicionadas en sus preferencias y en los gustos que los definen, la mayoría antifútbol y en cualquier caso antimadridistas, y que van a dedicarse sistemáticamente a explicarme por qué opinan que Cristiano Ronaldo es la persona más despreciable que ha pisado no ya un campo de fútbol, sino el planeta Tierra en su larga historia. Como si me hiciera falta o me interesara en lo más mínimo. Los hombres dicen sentirse decepcionados y las mujeres me miran horrorizadas.

Aparte de que lo primero me parece envidia y lo segundo mentira cochina (y gorda), no voy a entrar en que me parece injustísimo criticar a un deportista por su carácter o juzgar a una persona por su aspecto físico (si es injusto criticar a un feo, ¿por qué es lícito criticar al dueño de un cuerpo perfecto?)

Pero sí voy a hacer unas cuantas reflexiones profundas respecto a los hombres que me gustan. Simplemente porque no tengo nada mejor de qué hablar últimamente. Y también por motivos que no vienen al caso.

Todos conocéis mi declarada debilidad por un hombre tan atractivo como Clive Owen. A este casi ningún hombre o mujer me lo discuten.

Es un poco como Hugh Jackman, que parece que no está uno en su sano juicio si no reconoce su aplastante superioridad física sobre el resto de seres humanos de su sexo. Qué casualidad que, a diferencia de Cristiano, este señor tenga una imagen pública de bellísima persona, amantísimo padre y esposo (de una señora no tan agraciada como él, el sueño de cualquier cenicienta) y además persona humilde y con sentido del humor. Así cualquiera.

Cualquiera que me conozca bien, sin embargo, sabe que yo soy una persona cabal y que, exceptuando algunos casos incontestables más, como Paul Newman, soy muy poco dada a dejarme llevar por el simple atractivo físico a la hora de determinar mi atracción por un hombre.

En general, no me considero una chica de las que se sienten atraídas por un guapo Dan o un atractivo Joe, ni mucho menos un Romeo de dulces palabras. Soy de esas extrañas mujeres (personas) que prefieren una buena conversación y unas risas frente a una cerveza, y desde luego se excitan mucho más (y más a menudo, y durante más tiempo) ante un cráneo previlegiado que ante una mata de pelo sobre el mismo.

Pero claro, luego ve una en una revista cosas como esta:



(Patrick Petitjean, modelo)

Y no puede evitar parpadear un par de veces con la garganta seca.

El lugar era la peluquería y la revista era Esquire (con todo y digan lo que digan, una revista para mujeres). Y con una foto de ese hombre en la página derecha tardé un buen rato en ver a un eclipsado Clive Owen anunciando Bulgari en la izquierda. Tal vez sea porque últimamente estoy mucho de ese estilismo de "hace tres años que vivo en el bosque sin hablar con nadie" y a Clive me lo tiene Bulgari demasiado afeitado, encremado y repeinado. Para lo que es él. Un hombre.

(Página derecha:)



(Página izquierda:)



O tal vez, simplemente, porque nadie es de piedra. Y las cosas de papel siempre han sido mucho más perfectas que las de verdad.

23 enero 2011

Frases entresacadas del último intento de post

Hay letras que es mejor que yo no lea, porque si las leo me quitan para siempre las ganas de seguir escribiendo.

He observado que, en las dos últimas páginas, lo que he hecho ha sido robar cosas de otros para ir tirando. Canciones, youtubes, fotos y vídeos varios. Lo que viene a ser, mayormente, un coñazo de blog.

Esto me lleva a preguntarme para qué tengo el blog. Y luego ya me voy por ahí a bajarme un disco nuevo o a leer otra cosa mejor, o a conectar el messenger a ver si hay alguien, o lo que sea. Así es mi vida últimamente, así soy yo. No sé por qué cojones tengo que hablar de cómo es mi vida o cómo soy yo. Ni que no estuviera claro. Por ejemplo.

Odio no tener la fuerza de voluntad de ponerme a hacer una cosa y solo una, en un momento determinado, el momento que yo elija. Odio ser la reina del nomeapetece. Nunca me apetece.

Decía "Loneliness adds beauty to life. It puts a special burn on sunsets and makes night air smell better."

Debería apagar el ordenador, irme a comer y marcharme a la calle. Estoy mareada. La sensación de incomodidad ha vuelto. La soledad le da belleza a la vida. It's my fucking choice. Live with it.

La música esta no ayuda.

14 enero 2011

Un mundo de cosas por descubrir

Ya lo siento, que ha empezado el año y me ha pillado así como poco comunicativa. En general. ¿Que qué tal? Pues bien. A punto de descubrir a Pearl Jam. A mi edad.




Sí, entiendo que toda vida debe acabar,
Mientras nos sentamos solos, sé que algún día debemos irnos,
Oh, soy un hombre afortunado, por contar con mis dos manos
a los que quiero.

Algunos colegas solo usan una
sí, otros no tienen nada.

Quédate conmigo,
Solo respiremos.

Mis pecados tienen práctica,
nunca me dejan ganar, ahá.
Debajo de todo, solamente un ser humano más.
Sí, no quiero dolor, hay tanto en este mundo
que me hace creer.

Quédate conmigo.
Eres todo lo que veo.

Me pregunto cada día
mientras miro tu cara.
Lo das todo
y no tomas nada
no tomas nada.

¿He dicho que te necesito?
¿He dicho que te quiero?
Oh, si no lo he dicho soy tonto, ¿ves?
Nadie lo sabe mejor que yo,
mientras confieso.

No tomas nada
Lo das todo
Te querré hasta que me muera
Nos vemos al otro lado.

10 enero 2011

Más Boardwalk Empire

Siempre se ha dicho que el cine era capaz de hacer magia, poniendo cosas ahí que en realidad no estaban. Y últimamente se dice que la tele (buena) es el último refugio del cine. Las dos afirmaciones son exageradas, pero ambas tienen un punto de verdad (o algo más que un punto).

Yo ya llega un momento en que no sé si esto es cine, tele o magia. Pero un alumno me lo ha mandado y tenía que enseñarlo.

Tengo que reconocer que me da hasta pena pensar que es tan fácil engañarme, que, aunque en realidad nunca hemos podido, ya definitivamente no podemos y nunca podremos fiarnos de lo que nos dicen nuestros ojos. Al mismo tiempo, es otra forma de arte. Sí, reconozco que del tipo de arte que cuesta mucho dinero hacer, y de ese que está hecho con el único afán de entretener, probablemente, pero arte, al fin.

No hay ningún espoiler, aunque no hayas visto la serie puedes ver tranquilamente el vídeo. Disfruta. O sufre.

Boardwalk Empire VFX Breakdowns of Season 1 from Brainstorm Digital on Vimeo.