29 octubre 2011

Proyección

Hoy he visto una despedida en una estación de autobuses y he pensado que es una de esas experiencias un poco ridículas: alguien que se queda acompaña a alguien que se va y, cuando el autobús empieza a retroceder con su pitido intermitente, se queda más solo de lo que ha estado jamás, viendo cómo el autobús se lleva los ojos que al otro lado de la ventanilla, en lo alto, dicen todo lo que pueden, y casi seguro mucho más de lo que quieren.

Y después ya está. La chica se da la vuelta, se dirige a la salida sin saber muy bien qué cara poner, o qué cara está poniendo. La sigo, la veo coger el coche y me la imagino volviendo a un piso vacío, y a una vida vacía también. Mucho más vacía que hace un rato, al menos, si nos basamos en cómo se agarraban antes de llegar el bus.

Coges el coche y vuelves a casa y todo está metido en una niebla mezcla de resaca, sueño y pura tristeza, y mientras Leonard Cohen y las Webb sisters cantan If it be your will, se te escapa un lagrimón incongruente, imbécil, que no tiene mucho sentido porque nada de esto existe, y porque soy mayor, soy adulta y no quiero volver a sufrir. Por momentos se me escapa el sentido. El caso es que miras atrás y recuerdas cosas y también te sientes bien, feliz y de puta madre, porque por una vez hasta el dolor de una despedida ajena es un sentimiento bienvenido.

Es un sentimiento.

27 octubre 2011

Blade Runner (otra vez)

Ayer me mandaron un enlace a este vídeo:

android dreams from Samuel Cockedey on Vimeo

Al acabar de verlo no tuve mejor cosa que hacer, nada en esta vida me apeteció más que irme al salón y volver a ver Blade Runner . La vi por primera vez hace un poco menos de cuatro años (no recuerdo qué versión, pero no creo que tenga mucha importancia). En este tiempo la he vuelto a ver varias veces, porque se ha convertido en uno de esos sitios a los que vuelves.

Mientras la veía, recordé cómo me sentí la primera vez que la vi. Y pensé en cómo ha ido madurando mi relación con la película, cómo han ido asentándose mis ideas, y cómo se ha producido el amor, muy lentamente, de esa forma que hace que sepas que va a ser un amor para siempre. Ese amor que empieza con una atracción inexplicable, como la de Deckard y Rachael, y acaba echando raíces dentro de ti.

Ayer mientras la veía, llovía en la ventana, llovía igual fuera de la ventana que dentro, en la ficción. Había truenos y relámpagos.

Esta vez: el brillo metálico en los ojos de los replicantes, las luces que no hacen más que ahondar la oscuridad, la sonrisa dulce del solitario J. F. Sebastian, la fragilidad de Rachael, los diálogos simples que dicen lo que quieres oír ("Do you love me? - I love you; Do you trust me? - I trust you") , la impotencia de Roy, su conciencia de lo efímero de la vida.

De verdad, no entiendo por qué ya no se hacen películas así.

26 octubre 2011

Muy bien, cagondiós

Llevaban años detrás de mí. La cartita llegaba unas semanas antes del día D. Por un motivo o por otro, me he ido librando. Que si ya tenía billete comprado, que si solo soy suplente, hola, me voy. Pero esta vez me han pillado de lleno, cosas de la aleatoriedad (por mis cojones).

Soy presidenta de una mesa electoral.

Algunos días más que otros, odio la democracia.

25 octubre 2011

Pereza

Jo, esta mañana tenía que salir a correr. Suena el despertador, la lluvia se oye por la ventana. Qué pereza. Voy. No voy. Voy. No voy. Venga, voy.

Me levanto, me voy al cajón de la ropa. ¿Dónde está el sujetador deportivo? Oh! En la lavadora.

De puta madre, no voy.

(Luego me siento culpable, mientras desayuno decido que hoy voy a currar andando, llueva o no).

24 octubre 2011

París.

El año pasado fui a París. Hice unos cientos de fotos, y al volver empecé a preparar un post con unas cuantas de ellas. No sé por qué elegí estas y no otras, ahora ya no lo recuerdo, como tampoco recuerdo por qué nunca llegué a publicar el post, que se fue quedando atrás.

Y hoy navegando por los post que nunca he publicado, me aguanto las ganas de poner aquí mi alma publicando uno muy raro que escribí hace dos semanas, que me da vergüenza ser tan exhibicionista, y a cambio os dejo unas visiones de París de hace un año y medio. Me ha dado pena que se pierdan.







23 octubre 2011

Pide un deseo

¿Sabéis cuando la cama se convierte en un barco a la deriva, cuando el mundo desaparece fuera de la ventana?

¿Sabéis cuando no hay más historias que las historias que quieres contar y escuchar, cuando todo el universo se pone a ritmo, cuando parece mentira que el resto de tu vida confluya en este preciso momento, cuando se te olvida pensar en qué caminos te han traído aquí y te importa una mierda adónde llevan los caminos que parten de aquí?

Pues eso exactamente es lo que quiero.

20 octubre 2011

Cuatro palabras que hacen innecesario todo lo demás

Dice uno de mis alumnos en su comentario que Sunset Boulevard trata de uno de los temas más antiguos de la humanidad: el miedo al paso del tiempo. Y añade: el miedo al olvido, a la soledad y a la falta de amor.

¿Qué le digo? ¿Que no vuelva más?

15 octubre 2011

Me confunde

La gente por un lado diciendo lo que piensa, lo que siente sobre lo que está pasando, demostrando por las bravas (pero por las buenas, en un alarde paradójico) que no se sienten representados. Que no quieren pagar lo que no han provocado, que están hartos de ser siempre la puta y poner siempre la cama.

Los políticos, por otro, aprobando programas electorales absurdos que nadie en su sano juicio cree, en los que nadie confía. Ni siquiera ellos. No hace falta. Escuchar, hacer, explicar. O lo que todos entendemos: ignorar, pisotear, mentir.

Mientras tanto, los países del G-20 reunidos en la ciudad del amor para tratar de salvar el sistema financiero internacional y el beneficio de los bancos, que es como el amor cuando se acaba, nadie sabe adónde va.

No puedo con esto, todo me da náuseas. La impotencia de la gente, y su fe, son lo único cierto. ¿Sirve para algo? Me jode pensar que no. Me niego a pensar que no.

11 octubre 2011

Obligaciones y otras cosas de ser mayor

Esas pequeñas tocapelotas que no te dejan en paz. Plazos para la entrega de documentos absurdos que nadie leerá jamás, pero que deberán tener más de 20 páginas llenas de letras para parecer serios. Finjamos todos que nos tomamos súper en serio lo que hacemos, lo que hacen los demás, que nos importan cosas que nos dan igual.

No es cierto, esto último. A mí me importa mucho lo que hago y me lo tomo muy en serio. Pero ciertos detalles burocráticos, documentales, del trabajo, las reuniones que se alargan eternamente para acabar como empezaron, la afición a las palabras que llenan vacíos que son mucho más que existenciales, las exigencias de determinados compañeros, las críticas, la sensación de pobreza moral que se desprende.

Soy muy consciente de que exagero, de que no es para tanto (nada es para tanto). Pero no puedo evitar sentirme controlada a la mínima injerencia en mi pequeño entorno controlado, sentirlo como una invasión.

Es un problema mío que tengo que resolver yo. Porque lo malo de todo es que no tengo razón, esta vez no. Todo es como debe ser y la que no encaja en el esquema soy yo. Y al final la obligación echa raíces hacia el fondo de mi carácter y se desvela como algo mucho más importante, más trascendente, porque de lo que se trata aquí es de hacer transparente lo opaco y perder el miedo a ser juzgada y comprender que las cosas son de una manera: las cosas son como son.