14 diciembre 2011

Poesía al rescate

if we take

if we take what we can see
the engines, driving us mad,
lovers finally hating;
this fish in the market
staring upward into our minds;
flowers rotting, flies web-caught;
riots, roars of caged lions,
clowns in love with dollar bills,
nations moving people like pawns;
daylight thieves with beautiful
nighttime wives and wines;
the crowded jails,
the commonplace unemployed,
dying grass, 2-bit fires;
men old enough to love the grave.

These things, and others, in content
show life swinging on a rotten axis.

But they've left us a bit of music
and a spiked show in the corner,
a jigger of scotch, a blue necktie,
a small volume of poems by Rimbaud,
a horse running as if the devil were
twisting his tail
over bluegrass and screaming, and then,
love again
like a streetcar turning the corner
on time,
the city waiting,
the wine and the flowers,
the water walking across the lake
and summer and winter and summer and summer
and winter again.

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si tomamos

si tomamos lo que podemos ver
los motores volviéndonos locos,
los amantes odiándose al final;
este pescado en el mercado
que mira para arriba a nuestras mentes;
flores que se pudren, moscas cogidas en la telaraña
disturbios, rugidos de leones enjaulados,
payasos enamorados de billetes de dólar,
naciones que mueven a la gente como peones;
ladrones a la luz del día con maravillosos
esposa y vino por las noches;
las cárceles atestadas,
el lugar común de los parados
la hierba que muere, los fuegos baratos
hombres lo bastante viejos para amar la tumba

estas cosas, y otras, en suma
nos muestran que la vida oscila en un eje podrido

pero nos han dejado un poco de música
y un espectáculo picante en la esquina
un chupito de whisky, una corbata azul,
un volumen pequeño de poemas de Rimbaud,
un caballo que corre como si el diablo le estuviera
retorciendo la cola
sobre forraje y gritando, y entonces,
el amor otra vez
como un tranvía que dobla la esquina
a tiempo,
la ciudad esperando,
el vino y las flores,
el agua atravesando el lago,
y el verano y el invierno y el verano y el verano
y el invierno otra vez.

12 diciembre 2011

Normas, reglas, obediencia

Llevo unos meses pensando en esto. En lo dóciles que somos y en cómo nos plegamos, sin atisbo de rebeldía, a lo que nos dicen que debe ser.

Se me ocurrió en una cola de aeropuerto. Esas tiras de tela atadas a postes de plástico que nos dicen cuántas eses debemos hacer hasta llegar al arco de entrada de la zona de embarque. Hacemos todo ese zig zag, lógicamente, incluso cuando no hay gente. Y si vemos a alguien pasar por debajo de las cintas sentimos una especie de estremecimiento interno porque así no es como hay que hacerlo. Da igual que no exista la necesidad de hacer un recorrido sinuoso en lugar de usar la línea recta: las cintas están ahí y hay que seguirlas.

Es verdad, necesitamos estas normas para mantener al menos una apariencia de orden en el mundo en el que vivimos, para no chocarnos con los demás al andar. Necesitamos un entorno controlado, y qué mejor modo de crearlo que fabricando y obedeciendo normas.

Siguiendo con el razonamiento de las cintas organizadoras de colas, mi siguiente paso fue poner en cuestión las líneas de la carretera, o las líneas imaginarias de las carreteras estrechas. Llega un momento en que ni siquiera necesitamos la expresión física de los límites. Los respetamos por instinto.

El problema es que lo tenemos tan interiorizado que saltárnoslo nos da miedo. Es evidente que a veces, por pura inercia, creamos y obedecemos normas que solo son necesarias en parte. O que son del todo innecesarias. Y estamos tan acostumbrados a plegarnos a esas exigencias que jamás las ponemos en cuestión, no nos peguntamos su razón ni su origen, ni qué pasaría si nos las saltáramos. La cuestión es que muchas, muchas veces, demasiadas veces, no pasaría nada. Nada de nada. Pero el miedo que nos provoca saltárnoslas, o la simple idea de saltárnoslas, nos produce tal infelicidad que simplemente no merece la pena.

Si lo que nos caracteriza como humanos son rasgos como la capacidad de cuestionarnos las cosas o de tomar decisiones individuales, o la creatividad... ¿durante cuánto tiempo vamos a seguir siendo humanos?